Pues nada, que terminó la edición 197 de nuestra muy venerada Feria de San Marcos. La de siempre, la de toda la vida, la que se celebra en esta tierra buena desde 1828 y que, año con año, nos recuerda dos cosas: que Aguascalientes es capaz de convocar a medio país… y que nuestras instalaciones siguen siendo una vergüenza.
Sí, así como lo lee, amable lector con probable resaca y recuerdos vagos del Foro de las Estrellas: la feria más importante del país se nos quedó chiquita. Y no lo digo yo, lo gritan los empujones, los embotellamientos humanos y los “es que ya no hay lugar joven” en los accesos. A estas alturas, ni los chicharrones alcanzan para todos.
Y si a alguien le urgía que terminara esta pachanga monumental, era al buen Paquín. Ese mismo que al final ya no sabía si le llovía, le tronaba o le caía encima la pirotecnia. Cuentan las malas lenguas que hasta con la prensa se puso más cortante que el cuchillo de un taquero a las 3 de la mañana. La tensión se le notaba más que a las candidatas en la final del certamen de belleza de los espectaculares.
Pero como decía mi abuela: uno puede delegar tareas, pero la responsabilidad, esa, te persigue hasta en el TikTok.
Porque si algo quedó clarísimo es que la gran apuesta del Patronato fue al mentado Foro de Rancho (ahora rebautizado por una automotriz que se sacó la lotería con la publicidad millonaria). Ahí pusieron toda la carne, el asador, el mezquite y el aguacate... y dejaron a la Feria cojeando del otro pie.
Las expos industriales, penosas. La muestra ganadera, ignorada. La oferta cultural, dignísima pero olvidada, como el tuit de un poeta en día de concierto de Peso Pluma. Y mientras tanto, el presupuesto se fue al cielo para traer artistas de renombre que, irónicamente, pocos pudieron pagar en VIP o entrar al mentado foro.
Porque tambien el Palenque ya no es para los hidrocálidos. Es para el turismo fifí, para los influencers que vienen a “vivir la experiencia” y se van sin probar una gordita de la esquina. ¿Y el casino? Tan solitario que hasta los dados bostezan.
Y luego llega Paquín, en modo Paulo Coelho con resaca espiritual, a dejar una reflexión en redes que empieza con “Gracias” y termina con “mejor versión de nosotros mismos”. Una especie de “no soy perfecto pero échenle ganas”, que se agradece, pero no resuelve.
Y la pregunta, querido lector de Aguascalientes, es legítima:
¿Qué rumbo le quieren dar a nuestra feria?
¿Realmente necesitamos reventar millones en traer al artista del momento para que nos reconozcan? ¿No podríamos usar esos recursos para presumir lo mejor de nuestra tierra, nuestra cultura, nuestra identidad?
Porque si seguimos apostándole a la parafernalia y olvidamos el fondo, vamos a terminar con un foro espectacular… Pero con una feria completamente vacía de fondo y forma.
En fin, enhorabuena a quienes hicieron posible esta Feria 2025. Desde los barrenderos hasta el alcalde nocturno, pasando por los vendedores valientes que arriesgaron su lana y los feriantes de hueso colorado que seguimos poniéndole el alma a esta pachanga.
Ojalá, de verdad, por otros muchos años. Pero con rumbo.
Les dejo aquí, sin editar y con todo respeto, la profunda reflexión del presidente del Patronato. Y si nos está leyendo, un saludo, Paquín: escuche, que la soberbia rara vez ayuda, y en cambio, el oído atento hace milagros.
"A unas horas de terminar la Feria de San Marcos 2025, sólo queda decir GRACIAS...
El elenco para 2026 será superior al actual. ¿Qué más quisiera uno que ser perfecto?
Sólo los invito a que tengamos la mejor versión de cada uno de nosotros, ajustemos las fallas, mejoremos y logremos el éxito.
Cada día se trabaja con la intención de dejar un recuerdo, una emoción y un motivo para crecer como personas y como sociedad.
Nuestra feria no es ajena a ello, a todos GRACIAS..."
Hasta aquí subió la roca…
