El cuarto domingo de pascua en la Iglesia está dedicado a reflexionar de manera especial en la figura de Jesús como buen pastor. Si bien es cierto que el capítulo décimo del evangelio de san Juan está dedicado de manera especial a hablar acerca de Jesús como buen pastor, me parece demasiado reductivo el pensar que únicamente en ese capítulo se pueden abordar las características de Jesús como pastor bueno.
Todo el evangelio puede ser leído desde la óptica del Buen Pastor, a lo largo de sus páginas nos podemos dar cuenta de la praxis pastoral de Jesús, marcada por la cercanía a las personas y la mirada puesta en las periferias existenciales de las personas. A partir del evangelio reconocemos la actividad pastoral de Jesús, Él caminaba por los diversos pueblos y ciudades, no al estilo de un turista que busca conocer lo nuevo, sino como Mesías. Consiente de su tarea en la sinagoga lee el texto del profeta Isaías, en el que se le describe como el ungido, destinado y liberar y proclamar el año de gracia. Como Mesías se hace uno como nosotros. Jesús camina, llora, predica, se enternece frente a las situaciones difíciles del ser humano.
El papa Francisco quedó inmortalizado por varias frases, sin duda una de ellas es la dicha a los sacerdotes en 2013 durante la misa crismal cuando les pedía: “sean pastores con olor a oveja”. Es decir, el sacerdote desde la óptica de Francisco debe ser alguien que sea capaz de caminar con el pueblo, vibrar con sus alegrías y también ser capaces de acompañar en las tristezas y preocupaciones de la vida.
El reto de la vida sacerdotal es mayúsculo: ser pastores al estilo de Jesús, hacer nuestras sus actitudes y opciones. Sin embargo, cuando pensamos en Jesús Buen Pastor nuestra mirada no debe dirigirse únicamente a la vida sacerdotal, sino a la vida cristiana entera. Todos los cristianos estamos invitados a hacer nuestras las actitudes de Jesús buen pastor. Animémonos todos a contemplar la vida misma desde la óptica del evangelio, permitamos que el evangelio sea la brújula que oriente e inspire nuestra vida toda. Hablar de ser pastores al estilo de Jesús nos lleva a recordar la misma expresión del Señor cuando afirma que: “el buen pastor da la vida por sus ovejas. Que al contemplar a Jesús como buen pastor cada uno de nosotros tengamos al menos el deseo sincero de intentar ser pastores buenos, haciendo nuestro el evangelio.