En el camino hacia la excelencia, uno de los conceptos más poderosos y subestimados de la filosofía japonesa es Shoshin, que significa "mente del principiante". A diferencia de lo que podríamos pensar, ser principiante no es sinónimo de inexperiencia o ingenuidad, sino de apertura, humildad y una disposición constante a aprender. Como dijo el maestro zen Shunryu Suzuki: "En la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la del experto hay pocas".
El valor de Shoshin en la vida personal
Adoptar una mentalidad de principiante significa liberarnos del ego que se aferra al “yo ya sé”. Nos invita a ver cada situación con ojos frescos, como si fuera la primera vez, permitiéndonos redescubrir lo cotidiano y abrirnos a nuevas posibilidades. ¿Cuántas veces hemos perdido una lección valiosa por creer que ya dominábamos un tema? Practicar Shoshin es mirar a nuestros hijos, pareja o amigos con atención renovada, preguntarnos cómo podríamos ser mejores compañeros, sin dar por sentado que los conocemos del todo.
Shoshin como herramienta de liderazgo y crecimiento profesional
En el mundo empresarial, donde a menudo se premia al que más sabe, Shoshin nos recuerda que los mejores líderes no son los que tienen todas las respuestas, sino los que hacen las mejores preguntas. Un supervisor que practica Shoshin escucha activamente a sus operadores, aunque haya recorrido la línea de producción mil veces. Un gerente estratégico con mente de principiante revisa sus decisiones pasadas no para reafirmarlas, sino para mejorarlas.
En organizaciones que valoran el aprendizaje continuo, Shoshin alimenta la innovación. Es el principio que permite cuestionar procesos establecidos, explorar nuevas metodologías y mantenerse receptivos a ideas provenientes de cualquier nivel del organigrama.
Humildad como cimiento de la excelencia
La mente del principiante está anclada en la humildad. Humildad no como resignación, sino como valentía para reconocer que siempre hay algo más que podemos aprender, incluso (y especialmente) cuando ya somos expertos. Esta disposición al aprendizaje constante está profundamente alineada con Kaizen, el principio de mejora continua que tanto valoramos en esta columna.
Aplicando Shoshin en el día a día
- En reuniones, pregúntate: “¿Qué puedo aprender de esta persona, aunque sea nueva o tenga menos experiencia?”
- Al leer un libro o escuchar una conferencia, hazlo con curiosidad genuina, no buscando solo confirmar lo que ya sabes.
- En conflictos personales, cambia la pregunta “¿por qué el otro está mal?” por “¿qué no estoy viendo aún?”
El dojo del alma
Así como en el dojo respetamos el proceso de aprendizaje y valoramos cada repetición como una oportunidad de perfección, Shoshin nos recuerda que incluso después de mil repeticiones, siempre hay algo nuevo por descubrir. Esta mentalidad transforma la rutina en revelación y convierte el trabajo diario en una fuente inagotable de crecimiento.
Reflexión final
Shoshin es una forma de vivir con los ojos y el corazón abiertos. En un mundo que avanza a ritmo vertiginoso, quienes se permiten comenzar una y otra vez con humildad y curiosidad son los que realmente lideran. La excelencia no es el resultado de lo que sabemos, sino de lo que aún estamos dispuestos a descubrir.
Arigatou gozaimashita.