Pues nada, amigues lectores, que como cada año no hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no llegue y aquí estamos otra vez con la feria de San Marcos, esa tía borracha, terca y gritona que lleva 197 años colándose en el calendario hidrocálido desde 1828, dizque en honor a San Marcos… si es que alguien aún se acuerda del santo, claro.
A lo largo de su historia, la feria ha sido cancelada seis veces: la primera, de 1837 a 1840, por aquello del escándalo moral que causaban los vicios y excesos de la verbena (¡háganme el favor!); la segunda, en 1847, por la intervención norteamericana; la tercera en 1914 por una epidemia de tifoidea; la cuarta en 2009 por la gripe H1N1; y la quinta y sexta, en 2020 y 2021, por el omnipresente COVID-19. Todo esto según datos del propio ayuntamiento capitalino, para que no digan que uno nomás inventa.
Hoy, tras aquel paréntesis Luisarmandista que intentó darle un look mediterráneo, entre Marbella y Mazatlán, pero con chela a 80 varos, el perímetro ferial ha vuelto a su versión más pura y tropical: un tianguis apretujado con puestos encima de puestos, pasillos estrechos y estética digna de mercado sobre ruedas en lunes. Basta asomarse por el andador J. Pani o las afueras de la Expoplaza para entender el caos.
Los oferentes se quejan (otra vez) de cobros extras, duplicados, sorpresivos y hasta fantasma. Que si el Patronato, que si el Ayuntamiento, que si les exprimen más que a un limón de michelada. Mientras tanto, se inaugura en la coronacion de la reina, con tremendo abucheo al famoso Paquín, cortesía de la ciudadanía, o del algoritmo de la app que recolectó datos personales para poder entrar al Foro de las Estrellas. ¿Quién fue el genio asesor detrás de esa joya de estrategia digital?
Y como el canibalismo es deporte olímpico entre azules, rojos y guindas biliosos, no faltó quien señalara al director del ICA como chivo expiatorio del oso público. El eterno aspirante a la alcaldía capitalina recibió un baño de realidad más frío que la cerveza tibia de barril.
Pero bueno, en esta verbena desordenada y cada vez más reborujada, lo verdaderamente jugoso del primer fin de semana no ocurrió en el palenque, sino en las caminatas espontáneas de nuestros senadores. El bigoton azul, invitado por el gobierno del estado, y la dama senadora guinda, quien celebraba 34 años de aguantar al diputado local favorito de la gober, ese que la misma gober le presumió a la doctora Sheinbaum en su visita a Rincón de Romos.
Y que se topan ambos senadores en el perímetro ferial, se saludan, se toman la foto, graban el videíto y ¡zas! Que la comentocracia hidrocálida no tarda en soltar la pregunta:
¿Y si la boleta para la gubernatura de 2027 ya se nos apareció, en forma de selfie?
Y como dice la canción…
Ya comienza la pelea,
Las apuestas ya cazadas,
Las navajas amarradas,
Centellando bajo el sol…
Cuando sueltan a los gallos,
Temblorosos de coraje,
No hay ninguno que se raje…
Y es que en esta plaza, donde la política se juega al ritmo de tambora, discursos fingidos y corridos compuestos al gusto del poder, las imágenes valen más que los programas, y los gallos se perfilan con plumaje bien planchado para la contienda.
¿Guinda o azul para el 27?
Hasta aquí subió la roca…
(Sísifo, desde su palco VIP, levanta la ceja y sigue apostando)
