La frágil tregua energética entre Rusia y Ucrania, que vence mañana, miércoles, de no mediar un acuerdo de última hora entre ambos bandos, pende un hilo debido a las constantes acusaciones de violación de la moratoria de 30 días.
"Por supuesto, todo depende de las próximas órdenes del comandante supremo", dijo Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, en rueda de prensa, en alusión al presidente ruso, Vladímir Putin.
En realidad, el acuerdo estuvo en entredicho desde su entrada en vigor, ya que, por una parte, Kiev no se sumó a la moratoria hasta el 25 de marzo y, por otra, los ataques contra infraestructuras energéticas se sucedieron sin remisión desde el mismo 18 de marzo.
No contribuyó a su prolongación el brutal ataque con dos misiles Iskander perpetrado el domingo por el ejército ruso contra la ciudad ucraniana de Sumi, en el que murieron 35 personas y más de un centenar resultaron heridas.
Precisamente, el bombardeo tuvo lugar durante la mañana del Domingo de Ramos, cuando se había especulado con la posibilidad de un alto fuego en todo el frente para la Pascua Ortodoxa.
Tregua unilateral rusa
Putin ordenó inmediatamente a su ejército cesar dichos ataques tras la conversación telefónica mantenida el 18 de marzo con su colega estadounidense, Donald Trump, según el Kremlin.
Eso sí, Moscú lo presentó como un gesto de buena voluntad, ya que ese mismo día exigió el fin de los suministros de armamento occidental a Kiev como condición para el arreglo del conflicto.
Fue el propio Trump quien propuso ese alto el fuego como primer paso para un cese el fuego por tierra, mar y aire, que no acaba de llegar.
El Kremlin informó entonces que Putin incluso impartió ese mismo día la orden de derribar en pleno vuelo unos drones que se dirigían contra objetivos energéticos en la región ucraniana de Dnipropetrovsk.
Los ataques ucranianos con drones han sido desde el pasado año un quebradero de cabeza para las defensas antiaéreas rusas, que no han impedido que el enemigo causara numerosos daños en depósitos y refinerías.
Ucrania se suma una semana después
Durante la primera semana de tregua unilateral rusa, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, insistió en que la tregua debía incluir a toda la infraestructura civil.
De hecho, envió una lista pormenorizada de infraestructuras a Washington y demandó un compromiso por escrito, algo a lo que se opuso Moscú.
Finalmente, tras las negociaciones a tres bandas celebradas en la capital saudí, Riad, Kiev aceptó suspender los ataques contra la infraestructura enemiga.
Eso sí, advirtió que su ejército respondería inmediatamente a las provocaciones rusas.
Seguidamente, Moscú publicó una lista de infraestructuras energéticas que no podían ser atacadas y que incluían plantas nucleares, centrales hidroeléctricas, gasoductos y oleoductos, depósitos de petróleo y refinerías, entre otras.
Violaciones continuas
Dicha tregua puede ser prolongada de mutuo acuerdo, pero también suspendida si una de las partes considera que la otra ha violado el acuerdo, según el acuerdo.
De hecho, al poco tiempo Rusia se reservó el derecho a abandonar la moratoria si continuaban las violaciones ucranianas.
Desde entonces, el Ministerio de Defensa ruso acusó a Kiev de violar diariamente la tregua con ataques a las infraestructuras en su territorio, especialmente las regiones de Kursk, Bélgorod y Krasnodar, además de las zonas de Ucrania ocupadas por sus tropas.
El ataque más grave fue, según Moscú, el realizado por los ucranianos contra la estación de bombeo del gasoducto Turk Stream, que une Rusia con Turquía por el mar Negro.
Mientras, a finales de marzo los rusos atacaron infraestructuras gasísticas de la empresa pública ucraniana Naftogaz en “un intento de socavar la estabilidad energética” del país, según Kiev.
Peskov volvió a insistir hoy en que, mientras los militares rusos cumplen con la orden de Putin, el ejército ucraniano viola "diariamente" la moratoria con sus ataques.
Se desconoce si Putin abordó el pasado viernes la tregua energética con el emisario de EEUU, Steve Witkoff, con el que mantuvo más de cuatro horas de consultas en San Petersburgo.
Estados Unidos criticó con especial dureza el ataque ruso contra Sumi, condena firme que Kiev había echado en falta en anteriores ocasiones.