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La guerra en Sudán entra en su tercer año, definida como la peor crisis humanitaria del mundo

EFE | 15/04/2025 | 13:40

La guerra en Sudán, que este martes cumple dos años desde su inicio, ha sido definida por Naciones Unidas como la peor crisis humanitaria del mundo, sin embargo, se mantiene con una incógnita que impide conocer toda la magnitud del desastre: el número preciso de muertos y heridos que ha causado.
 
El conflicto estalló el 15 de abril de 2023 entre el Ejército sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), y desde entonces se registran violaciones atroces a los derechos humanos, que incluyen ataques sexuales, crímenes de guerra sin precedentes en la historia de Sudán, hambruna y más de 12 millones de desplazados, según denuncian la ONU, otras organizaciones internacionales y ONG de derechos humanos.
 
Sin embargo, dichas organizaciones se encuentran con serias dificultades para obtener datos precisos sobre el número de muertos y heridos, al ser una tarea extremadamente complicada debido a múltiples factores que obstaculizan la recopilación y verificación de información, así como trabajar con los civiles necesitados.
 
Las estimaciones disponibles -que calculan unos 150.000 muertos- son aproximadas y se cree ampliamente que son datos mucho menores que lo que realmente está ocurriendo, sin que se pueda diferenciar muertos directos en guerra o de forma indirecta por consecuencias del conflicto.
 
Discrepancias en las cifras
 
Las cifras sobre las víctimas mortales que se han dado hasta ahora varían considerablemente de un organismo a otro.
 
El menor dato es 12.000 muertos que es el reportado por el Ministerio de Salud de Sudán en su última actualización a finales de diciembre de 2024, en un balance de "pérdidas directas de vidas", pero indicó que "hay otras estimaciones de 33.000 muertes". Estas serían además tan solo las muertes registradas en los hospitales.
 
La cifra del Gobierno de Sudán es aún más baja que la que dio en septiembre de 2024 el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien afirmó que el conflicto causó la muerte de más de 20.000 personas, aunque aclaró que "es probable que la cifra sea mayor".
 
La estimación más alta que se tiene de la crisis es una que hizo en mayo de 2024 - hace casi un año- el exenviado especial de Estados Unidos para Sudán Tom Perriello, quien advirtió de que la cifra de fallecidos podría alcanzar a 150.000.
 
Mientras, la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, llevó a cabo un análisis, publicado en noviembre de 2024, en el que señaló que solo en el estado de Jartum -centro de Sudán- han muerto hasta 61.000 personas tan solo en los primeros 14 meses de conflicto, muchas de ellas sin ser registradas oficialmente.
 
La institución académica británica asegura que 26.000 de estos muertos serían resultado directo de la violencia y el resto por la crisis humanitaria asociada, e incidió en que "es invisible el impacto de la guerra en la vida de los sudaneses, especialmente en lo que respecta a las enfermedades prevenibles y la hambruna".
 
Por su parte, la organización independiente que monitoriza actos de la violencia en el mundo conocida en inglés como 'Armed Conflict Location And Event Data Project' (ACLED) recogió unos 13.000 muertos en todo el país a lo largo de 2024, entre ellos unos 4.200 civiles, y un total de 32.973 fallecidos desde que empezó el conflicto.
 
Asimismo, ACLED en su último informe, que recoge datos desde el 15 de abril de 2023 al 28 de marzo de 2025, detalló que se registraron al menos 11.292 ataques violentos en Sudán en esas fechas, un promedio de 16 por día, donde no ofreció nuevos datos sobre muertos, pero sí que señaló que el número de fallecidos podría ser mucho mayor de lo máximo estimado.
 
Los factores que impiden cifras exactas
 
Las dificultades para obtener cifras exactas se deben a varios factores, como es el colapso del sistema sanitario, ya que según Cruz Roja "más del 70 % de los centros de salud en las zonas de conflicto han dejado de funcionar, lo que impide el registro adecuado de fallecimientos y heridos.
 
A esto se suma el apagón de telecomunicaciones, en especial de internet, debido a los cortes frecuentes de electricidad y la interrupción de comunicaciones, que obstaculizan la transmisión de datos desde las zonas afectadas.
 
También existen represalias contra activistas y trabajadores humanitarios que enfrentan amenazas y violencia, lo que limita la capacidad de documentar y reportar incidentes.
 
La magnitud de la tragedia también deja un escalofriante dato: muchas víctimas mortales son enterradas sin pasar por hospitales o morgues, registrándose fosas comunes, lo que impide su inclusión en las estadísticas.