Cada domingo de ramos la Iglesia pone en el centro de la liturgia de la Palabra la lectura de la Pasión del Señor, de hecho, el nombre que se le da a este domingo también puede ser: “De la Pasión del Señor”, y es que la liturgia dominical nos presenta el contenido de lo que estaremos viviendo a lo largo de estos días santos.
Pensar en la Pasión de Jesús no es un acontecimiento del pasado, como quien se dispone a leer una vieja historia que sigue entreteniendo, pero no deja de ser vieja y repetitiva. La pasión del Señor por el contrario más que una historia es una realidad que se actualiza en la vida de cada persona, de manera especial en aquellos que están pasando por alguna situación complicada como puede ser: el hambre, la pobreza, la falta de trabajos bien remunerados, aquellos que han sido alcanzados por las diversas y terribles circunstancias de inseguridad por la que atraviesa nuestra patria.
Estoy seguro de que la Pasión del Señor se repite de manera especial en las personas más necesitadas. En la periferia de la ciudad siempre se escuchan situaciones de mucho dolor en donde la pobreza, la falta de oportunidades y la inseguridad son motivos que hacen que muchas personas se sientan vulnerables. Vivimos en una sociedad en donde no todos tienen acceso a los aspectos más esenciales para el bienestar del ser humano como lo puede ser la salud y la vivienda. En la periferia de la ciudad es una imagen común observar como muchas personas vagan por las calles sin techo alguno, muchos de ellos están en edad de trabajar sin embargo no lo hacen porque son presas de la droga y de otros tantos vicios qué hacen que su existencia se encuentra profundamente limitada.
Aunque nos cueste trabajo reconocerlo Jesús está presente en todas estas realidades y en todas estas personas que en ocasiones visten de manera informal y sucia, sin embargo Dios está en ellos de una manera misteriosa pero palpable. San Alberto Hurtado, un santo chileno del siglo XX fundó el Hogar de Cristo un lugar destinado a acoger a las personas en situación de calle. Para san Alberto, Cristo está presente de manera especial en las personas pobres, en las personas sin techo en todos aquellos que a los ojos del mundo eran despreciables.
El papa Francisco en diferentes momentos nos advierte del peligro de la vida cómoda: “cuánto daño hace la vida cómoda, el bienestar; el aburguesamiento del corazón nos paraliza”. El peligro de endurecer el corazón sofocandolo con la comodidad de vida que nos lleva a excluir a los demás de nuestro propio horizonte existencial nos hace no reconocer al Cristo sufriente, presente en la vida de tantos hermanos nuestros.
Que la vivencia de estos días santos sea para todos nosotros la oportunidad de renovar nuestra mirada para ser capaces de ver a Cristo en la vida de tantos hermanos nuestros que pasan necesidad.
Vivamos con fe estos días santos y nunca olvidemos que después de la cruz siempre el Señor nos promete la resurreción.