Al parecer, en esta escena del drama político local solo salen dos por “la grande” y cerca de diez por “la chica”, que, siendo honestos, ya no es tan chica como antes. Dejemos esa versión estilo “1 contra mil” para otra entrega, que esto apenas comienza.
Por ahora, el escenario se traslada al circo azul, donde no se enfrenta un David contra Goliat (porque aquí nadie tira con honda y todos se creen titanes), sino algo más parejo: un Giro vs Colorado, al más puro estilo de clásico con sabor añejo... de ese que se toma sin hielos, porque ya no hay hielo que aguante el calor de las grillas locales.
Y aquí entra el personaje del coach retirado, que más bien parece de retiro espiritual forzado. Ni el gran Don Rubén se traga el cuento del retiro, sobre todo ahora que ve cómo los enanos le crecieron, y ya no puede dar el manotazo en la mesa sin que alguien le responda con la ceja levantada.
El poder absoluto que alguna vez tuvo en los dos palacios se ha ido diluyendo. En el palacio mayor, sus manos —o tentáculos, dependiendo del narrador— siempre estuvieron más vigiladas, pero en el palacio vecino las cosas se le daban con más libertad... hasta ahora.
La llegada del nuevo secretario del ayuntamiento ha puesto al alcalde actual en situación de ajedrez político, a merced de las suposiciones y disposiciones totales del palacio mayor. Y esto, al viejo coach, le molesta más que perder una elección... con encuestas a favor.
Mientras tanto, el panismo hidrocálido, que ha sido más lento que burócrata en viernes, comienza a reorganizarse. Y aunque han sido muchos los intentos por mantener el control y contener la marea, la verdad es que este panismo hidrocálido sólo ve con buenos ojos a uno, al senador de la gente, que por estas fechas ya se cree capaz de alcanzar el santo grial del panismo local , para asi darle la estocada final al PRIMOR, que ya huele a cartucho quemado y a quedarse solo como anécdota setentera, que tuvo todo para ganar en el lunar azul, pero al que su "menoría" se lo impidió.
Este reacomodo de fuerzas ha marcado la caída del último de los fantásticos de la política local. Recordemos la saga, el primero, aquel servidor público que ponía novias como reinas de la feria abrileña; luego, Don Arturo; más tarde, un exgobernador que hoy se dedica a la hibernación de la agricultura (aunque no necesariamente de la política); y, por último, un rector que recibió palco para ver los toros desde la barrera, sin capote ni aplausos.
El PAN tardó en renovarse, sí. Pero lo hizo. Y ahora, con nuevos rostros y nuevas mañas, parece que la cosa va tomando rumbo. Aunque les faltará romper el grillete que sólo los manda hacia el siguiente boletín de prensa.
Hasta aquí subió la roca…