Parece que en Aguascalientes la política es como un juego de ajedrez… pero con fichas marcadas y dados cargados. Quique Galo, el hasta ayer diputado federal del PAN, ha dejado su curul en San Lázaro con una justificación tan convincente como un "no es lo que parece" en una fiesta del INAPAM. Su argumento oficial: "motivos personales". Claro, personales... pero de la persona que manda en Aguascalientes.
Su salida del Congreso no es una retirada, sino un enroque político de los que nos tiene acostumbrados el panismo hidrocálido. Suena fuerte para tomar la Secretaría del Ayuntamiento, ese bonito trampolín que, con el impulso adecuado (léase: bendición de palacio), lo proyectaría directo a la candidatura por la presidencia municipal de Aguascalientes en 2027.
Y mientras Galo aterriza en su nuevo despacho municipal, en la Cámara de Diputados asumirá el suplente, José Alfonso Rubalcava Jiménez. ¿Casualidad? Si algo nos han enseñado los políticos en Aguascalientes es que la familia es primero… La jugada no sorprende. El PAN lleva años perfeccionando su maquinaria de sucesión controlada. Quique Galo ha sido un operador leal, siempre alineado con la causa y con un perfil lo suficientemente manejable como para no desentonar en la orquesta azul. Al colocarlo en la Secretaría del Ayuntamiento, lo ponen en la primera fila de la carrera rumbo a la alcaldía, con estructura, recursos y reflectores asegurados.
¿Y qué hay de los otros aspirantes panistas a la alcaldía? Bueno, que se formen y recen para que la decisión no esté tomada de antemano (aunque todos sabemos que sí lo está). Porque si quien manda en Aguascalientes sigue moviendo las piezas como hasta ahora, la sucesión municipal será un mero trámite y la candidatura, un regalo envuelto en azul con moño blanco.
Así que ya lo saben, aguascalentenses, si ven a Quique Galo sonriendo más de lo normal en las próximas semanas, no es por la primavera… es porque ya sintió el aroma de la candidatura. Y en la política local, ese olor es más adictivo que el café de olla en una reunión de comité.
Lo que sucedió el día de hoy en la política local del PAN no es solo una escena para el futuro inmediato del partido, sino un referente que puede durar al menos diez años. De la conformación de la licencia del diputado federal Enrique García López se desprende una serie de acontecimientos que cimbrarán la escena política local y nacional.
Si bien es sabido que, a nivel nacional, le han pedido reiteradamente que no deje su cargo por la estabilidad del grupo en San Lázaro, al parecer son más sus ganas de poder y su ambición de crecimiento, que dependen de su promotora natural.
Lo que no ven es que en la escena política todo esto se mueve. ¿La dirigencia nacional verá como un desafío a la institución esta licencia? Recordemos que este instituto ya dio vueltas y no es ya el que dominaba con las miserias y ambiciones del anterior dirigente.
Esta decisión podría llevar a un descontrol local, ya que del grupo dominante no podran salir las dos mejores cartas que se barajan, en este caso, para el castillo principal y el palacio menor.
El regreso del diputado corresponde a su posicionamiento como candidato a alcalde, aunque ese sueño se ve difícil de realizar, ya que dentro de su equipo todavía le quedan algunas piedras grandes que saltar y una caja negra que cargar.
