CUAUHTÉMOC BLANCO Y EL FUERO
El proceso de desafuero de Cuauhtémoc Blanco ha generado un debate nacional que involucra diversos elementos, por un lado, la impartición de justicia, por otro la protección política y un tercer aspecto, que es la respuesta institucional que se da ante acusaciones de violencia de género. Lo que inició como una denuncia penal por intento de violación presentada por su media hermana, Nidia Fabiola Blanco, se convirtió en un caso político de gran magnitud que sigue abarcando la opinión pública.
En octubre de 2024, Nidia Fabiola Blanco denunció a su medio hermano Cuauhtémoc Blanco por intento de violación, señalando que el hecho ocurrió en 2019, cuando Blanco era gobernador de Morelos. Según su testimonio, públicamente conocido, tras la agresión de la que fue objeto, sufrió también hostigamiento y amenazas, que la llevaron a guardar silencio por el poder político que representaba el entonces gobernador. Ha manifestado que el hostigamiento ha continuado incluso hasta la presentación formal de la denuncia ante la fiscalía general del Estado de Morelos.
El caso tomó relevancia cuando en febrero de 2025, la Fiscalía de Morelos solicitó el desafuero de Cuauhtémoc Blanco ante la Cámara de Diputados, con el objetivo de retirarle la inmunidad parlamentaria para que enfrentara el proceso judicial como lo haría cualquier persona acusada de cometer un delito. Esa acción encendió más la opinión pública con la destitución del fiscal de Morelos.
La Comisión respectiva de la Cámara de Diputados revisó la solicitud y provocó la discusión política en la que se entremezclaron argumentos legales, feministas y posiciones marcadamente partidistas. Mientras que algunos sectores promovieron la aprobación del desafuero, un bloque mayoritario de legisladores decidió rechazar el dictamen, permitiendo que Blanco mantuviera su fuero y evitando ser procesado penalmente en el corto plazo por el blindaje que otorga la figura constitucional mencionada.
Cuauhtémoc Blanco en su defensa, negó todas las acusaciones y aseguró que su media hermana intentó extorsionarlo previamente, adoptando con esto la posición de víctima. Argumentó que el proceso tenía motivaciones políticas y acusó a la Fiscalía de Morelos de estar operando con intereses particulares y políticos. Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum también participó en la discusión, respaldó la decisión de la cámara, cuestionando la legitimidad del fiscal que presentó el caso por asuntos pasados, la falta de pruebas e irregularidades en la presentación formal de la petición. Aquí desgraciadamente no operó la perspectiva de género, ni la exhaustividad.
Aunque parezca que es un asunto en esencia terminado en esta etapa, la controversia sigue abierta por la relevancia de los temas que abarca en la opinión pública, que alcanza al uso del fuero como una herramienta de protección política. Necesariamente se enfrenta con uno de los temas de los últimos años, en los que el Estado Mexicano ha buscado abatir y combatir, la violencia de género en todas sus formas.
Hoy, esa lucha histórica de marchas, protestas, litigios en favor del género, y la perspectiva y protección hacia las mujeres, enfrentó un escenario inesperado, al poder político mayoritario. Ese enfrentamiento parlamentario dejó en evidencia diversos aspectos que necesariamente deben llevarnos a las siguientes reflexiones:
1. Qué en un órgano colegiado de 500 legisladoras y legisladores, del cual 251 son mujeres, esa mínima mayoría no fue suficiente para lograr la empatía de las legisladoras en favor de una mujer agraviada. No para que se declare su culpabilidad, sino para que enfrente un proceso como cualquier persona que presuntamente cometió un delito. El feminismo debe reflexionar seriamente si es real o es un feminismo de reflectores.
2. Qué en el marco del 8 de marzo, día internacional de la mujer (8M), que abarca simbólicamente todo el mes para honrar la memoria de la mujer, fue opacado por el grito de gran parte de las mujeres parlamentarias, que retumbaron en San Lázaro, sede de la cámara de diputados, el: ¡NO ESTAS SOLO!, ¡NO ESTAS SOLO! Y, que además de ello, hayan usado en favor de Blanco no solo el discurso y gritos, sino también su blindaje físico para que pudiera acercarse a la tribuna pública para lanzar argumentos en vía de defensa.
3. La reflexión de una necesaria reforma a la fiscalía. Más allá del desafuero, este caso pone en evidencia una problemática estructural en el sistema de justicia: la deficiente integración de carpetas de investigación por parte de las fiscalías. Una carpeta mal integrada puede hacer que criminales sean liberados o no sean enjuiciados, afectando gravemente la procuración de justicia. Podríamos decir que se requiere de un trabajo profesional y exhaustivo, sin embargo, el panorama se pinta gris, con las nuevas formas de integración de los tribunales por la reforma judicial de elecciones democráticas, y a cuyo camino en un futuro cercano al parecer también alcanzaría a las fiscalías. La impartición y procuración de justicia requiere de profesionalismo, exhaustividad y rigor en sus procedimientos, sin sesgos políticos, lo que de alguna manera se presume será muy difícil de erradicar. La prueba quedó marcada con este tipo de procesos de desafuero donde importan más los números de los grupos políticos y sus lealtades, que el daño o presunto daño a una víctima.
4. Y también, la revisión adelantada de la justicia futura que impartan los jueces electos popularmente. Si este caso por demás politizado es un reflejo de la impartición y procuración de justicia que llegará a partir del arribo de personas juzgadoras electas popularmente con simpatías políticas y en un caso concreto involucren a alguno de sus integrantes de la clase política, el panorama se ve sombrío y la justicia caería en las manos de los políticos.
5. Quizá también, la reflexión de hacer ajustes a las leyes acerca de la figura del fuero y desafuero. Hay discusiones avanzadas sobre la viabilidad o inviabilidad de desaparecerlo o regularlo de tal manera que no sea una etiqueta de impunidad y licencia para delinquir.
El caso de Cuauhtémoc Blanco refleja entre otras cosas, la complejidad del desafuero en México y más cuando la percepción de la justicia se enfrenta con el poder político. Hoy la formalidad de la denuncia y la solicitud de la fiscalía como autoridad competente no tiene la fuerza suficiente para enfrentar la decisión de las mayorías y lealtades políticas. Esto plantea preguntas fundamentales sobre la relación entre el poder y la justicia en nuestro país, así como el papel que juegan las instituciones en la protección de las víctimas y los derechos humanos.
El común que las personas al referirse a Cuauhtémoc Blanco, necesariamente lo relacionan más con el futbol que con su trayectoria política. De alguna u otra manera, su pasado en el futbol y su pertenencia a un equipo de futbol como el América, lo ha hecho ser querido y odiado por otros. Sus habilidades futbolísticas, de igual manera tuvieron sus admiradores y detractores, que también en su momento polarizaron la discusión futbolística.
Lo que eran incuestionables, eran sus formas burlescas y nada gentiles con sus rivales, como aquella que tuve que ver en video para conocerla, la de ofender a sus contrincantes al marcarles un gol y hacer la burla de orinarse en la portería como si fuera un perro, alzando la pata, o aquellas en las que, en conatos de bronca en el campo de juego, con actitud cobarde golpeaba por la espalda a los demás jugadores, o la ocasión que en calidad de macho alfa jaló en su festejo de un gol a los comentaristas de futbol hacia sus genitales. Así, esas eran las formas de ese personaje público en el futbol, formas que se duda hayan evolucionado a partir de su paso actual en el ambiente político.
Hoy Cuauhtémoc Blanco salió victorioso de un enfrentamiento, así como lo hizo en varios de los partidos de futbol que disputó. Solo que este enfrentamiento en esta ronda no fue exactamente ganado por sus argumentos o goles, fue ganado con la ayuda del árbitro, esa cámara de diputados que, en calidad de silbante, no le quiso sacar tarjeta amarilla, mucho menos la roja, para que enfrentara un proceso penal que demostrara su culpabilidad o su inocencia.