Domingo 27 de Abril de 2025 | Aguascalientes.

EL PRECIO DE LA VERDAD

Ikuaclanetzi Cardona González | 25/03/2025 | 11:32

Hoy, mientras me sacudo el tedio de la semana y el cansancio de contar historias en un país donde el periodismo es tanto un arte como una condena, me detengo a reflexionar sobre lo contrario a la dignificación que, en teoría, debería regir nuestra profesión. No basta con contar noticias; aquí se trata de sobrevivir a un sistema en el que los apoyos sociales superan –irónicamente– el salario promedio de un periodista titulado.
 
Resulta casi absurdo, y a la vez trágico, enterarme del caso de un colega, con casi una década de experiencia en nuestra rama, al que un medio en ascenso, respaldado por las conexiones pertinentes, le ofreció “calarse” un par de meses para luego ver “qué rollo”. Esa propuesta, que intentaron maquillar como una oportunidad, es solo otro recordatorio de que, en México, el lugar más peligroso para ejercer el periodismo, el pan en la mesa de tu familia está siempre en juego.
 
Como bien apuntó Umberto Eco en uno de sus ensayos -“la integridad del mensaje se destruye cuando el sensacionalismo y la inmediatez se imponen sobre la profundidad”-, el periodismo se ha transformado en un negocio donde la verdad se vende al mejor postor y la dignidad se negocia con un par de tazas en Café Catedral. Eco nos invita a repensar el valor del discurso y la responsabilidad del informador, pero en este país, la cruda realidad es que ser periodista equivale a caminar en la cuerda floja; por un lado, la pasión de contar lo que otros callan; por el otro, la precariedad laboral, la violencia y el olvido institucional.
 
Cada día, nos enfrentamos a una cultura mediática que, en lugar de dignificar la verdad, la trata como mercancía. Mientras algunos reciben incentivos y apoyos que rozan la bonificación social, el salario de un periodista queda relegado a un triste eco de lo que se debería pagarle por arriesgar su vida y su integridad en las calles. Esa contradicción –la aparente prosperidad de los medios con conexiones versus la miseria de la verdad– es una herida abierta en el panorama informativo de México.
 
En un país donde la libertad de prensa es la más precaria de las garantías, la  deshonra no es solo una cuestión de cifras, sino de la pérdida del compromiso con la veracidad. Se nos promete el pan de cada día a cambio de unos meses de prueba, como si nuestra experiencia y compromiso se pudieran poner en oferta, a la espera de ver “qué rollo”. Esta realidad, tan distante del ideal de informar y transformar, devela el doble filo de un periodismo que se vende y se abusa de la confianza del lector.
 
La ironía es amarga. En un entorno donde el cartel de tu preferencia acecha en cada salida, el periodista no solo arriesga su vida, sino también su dignidad. Y es que, en México, donde la violencia contra la prensa es una constante, dignificar el periodismo se ha vuelto una tarea titánica. Sin embargo, en medio de este panorama desolador, se mantiene la esperanza de que, al fin y al cabo, la palabra y el compromiso con la verdad sean capaces de trascender las meras cifras y el precario esquema laboral.
 
Hoy más que nunca, debemos recordar que informar no es solo un trabajo, es una forma de resistencia contra la deshumanización del discurso. Y en ese sentido, el precio de la verdad no se mide en salarios ni en apoyos, sino en el coraje de seguir contando historias, a pesar de todo.