Martes 15 de Abril de 2025 | Aguascalientes.

MIGRACIÓN, DEPORTACIÓN Y SUS IMPACTOS ECONÓMICOS: LA PARADOJA DEL VACÍO LABORAL

Gwendolyne Negrete Sánchez | 25/03/2025 | 11:27

En los primeros meses del nuevo gobierno estadounidense, las deportaciones masivas han pasado de ser una promesa de campaña a una realidad palpable en comunidades a lo largo del país. Lo que algunos sectores celebran como el cumplimiento de una agenda política, está revelando consecuencias económicas que merecen un análisis desde una perspectiva de género.
El caso Nebraska: Anatomía de una crisis económica anunciada
 
En las últimas semanas, han circulado rumores sobre una supuesta crisis económica en Nebraska, estado tradicionalmente agrícola y sobre todo, dependiente de mano de obra migrante. Aunque quizá resulta prematuro hablar de “quiebra” -como algunos medios sensacionalistas han sugerido-, los indicadores económicos muestran señales preocupantes: plantas procesadoras de carne operando al 60% de su capacidad, campos con cosechas sin recolectar, y un incremento en los costos operativos que está afectando toda la cadena de producción alimentaria.
 
“Las deportaciones tienen un rostro y un impacto diferenciado según el género”, afirma la Dra. Elena Ramírez, economista especializada en migración de la Universidad de Chicago. 
 
Mientras que el 70% de los deportados son hombres, quienes se quedan atrás –mayoritariamente mujeres– se enfrentan a convertirse en ser jefas de familia y con ello asumir una doble carga: sostener económicamente hogares transnacionales y asumir nuevos roles laborales en sectores tradicionalmente masculinizados”.
 
La paradoja económica de las deportaciones.
 
La política de deportaciones masivas está generando una paradoja económica para Estados Unidos. Por un lado, la retórica oficial insiste en que los migrantes “quitan empleos” a los ciudadanos estadounidenses; por otro, sectores clave de la economía –agricultura, construcción, hostelería, cuidados– enfrentan una escasez crítica de mano de obra que no logra cubrirse con trabajadores locales.
 
El sector agrícola, pilar fundamental de estados como Nebraska, California y Texas, reporta pérdidas estimadas en 3.5 millones de dólares en lo que va del año debido a la falta de trabajadores para las cosechas. En paralelo, la industria de la construcción ha visto incrementados sus costos en un 18%, trasladando dicho aumento al precio final de las viviendas en un momento de crisis habitacional.
 
El impacto invisible: La economía de los cuidados.
 
Un aspecto frecuentemente ignorado en el debate sobre migración y deportación es el impacto en la economía de los cuidados, trabajo mayoritariamente realizado por mujeres migrantes. Las familias estadounidenses de clase media y alta dependen significativamente del trabajo doméstico y de cuidados realizado por mujeres migrantes, muchas de ellas indocumentadas.
 
Con la intensificación de las deportaciones, el costo de servicios de cuidado infantil y atención a adultos mayores ha experimentado un incremento del 23% en áreas metropolitanas, afectando desproporcionadamente a mujeres profesionales que dependen de estos servicios para mantener su participación en el mercado laboral.
 
Más allá de los números: Comunidades fragmentadas.
 
Las consecuencias de las políticas migratorias actuales trascienden lo meramente económico. Comunidades enteras están siendo fragmentadas, con efectos devastadores en el tejido social. “Cuando un padre es deportado, no solo perdemos un trabajador, perdemos un consumidor, un contribuyente, y fragmentamos una familia que ahora deberá sobrevivir transnacionalmente”, explica Jorge Martínez, director de la ONG Coalición por los Derechos de los Migrantes.
 
En este escenario, las mujeres –sean deportadas o queden en Estados Unidos– enfrentan vulnerabilidades específicas: mayor riesgo de explotación laboral, acoso sexual en entornos laborales precarizados, y la carga de sostener emocionalmente a familias separadas por fronteras.
 
 ¿Hacia dónde vamos?
 
La realidad desmiente el simplismo de ciertos discursos políticos. Las deportaciones masivas no están “salvando” la economía estadounidense ni “protegiendo” empleos para nacionales. Por el contrario, están generando vacíos laborales difíciles de llenar, incrementando costos, y provocando inflación en sectores esenciales.
 
Estados como Nebraska no están “quebrando” en sentido estricto, pero sí enfrentan desafíos económicos significativos derivados de políticas migratorias que ignoran la interdependencia entre migración y desarrollo económico. La pregunta no es si podemos prescindir de la mano de obra migrante, sino cómo podemos construir un sistema migratorio que reconozca esta realidad y proteja los derechos de todas las personas, independientemente de su estatus migratorio o su género.
 
En esta intersección de género, migración economía y deportación, las mujeres de ambos lados de la frontera continúan tejiendo redes de resistencia y solidaridad, sosteniendo economías familiares transnacionales, y demostrando que, a pesar de políticas que pretenden invisibilizarlas, su contribución económica y social es indispensable para ambos países.
 
Gwendolyne Negrete es columnista especializada en temas de género, migración y derechos humanos.