La historia de México ha estado marcada por momentos de profunda crisis y transformación, en los que el movimiento liberal ha desempeñado un papel fundamental en la defensa de la República, la justicia y la libertad. Hoy, en tiempos de cambios significativos y nuevos desafíos, nuestra nación necesita unidad en torno a los ideales que han guiado a nuestros más ilustres compatriotas, desde Benito Juárez hasta aquellos que, en distintas épocas, han luchado por un país libre y soberano.
En el siglo XIX, México vivió uno de sus periodos más turbulentos con la intervención francesa y la imposición del Segundo Imperio encabezado por Maximiliano de Habsburgo. En aquel entonces, el movimiento liberal mexicano se convirtió en el pilar de la resistencia republicana, defendiendo la soberanía frente a los intentos de sometimiento extranjero. Benito Juárez, un liberal comprometido con los valores de libertad, igualdad y fraternidad, enfrentó la intervención con determinación, logrando restablecer la República y sentando las bases de un Estado laico y moderno.
Mientras Juárez recorría el país sosteniendo la lucha por la República, Miguel Miramón y Tomás Mejía, en su lealtad al Imperio, viajaron al extranjero para buscar apoyo en una causa que, en su momento, consideraban legítima. En París y Viena, intentaron convencer a Napoleón III y a otras potencias europeas de seguir respaldando el régimen de Maximiliano, argumentando que el pueblo mexicano no estaba listo para la democracia. Sin embargo, la realidad demostró lo contrario: la voluntad republicana prevaleció y, con el respaldo del pueblo y de los ideales liberales, Juárez logró la restauración de la soberanía nacional.
Este episodio histórico nos recuerda que las naciones no se construyen con sumisión ni con la imposición de fuerzas extranjeras, sino con el compromiso de sus ciudadanos y la defensa inquebrantable de sus principios.
Hoy, en el siglo XXI, México enfrenta retos distintos, pero el llamado sigue siendo el mismo: la unidad en torno a nuestros valores, la defensa de la justicia social y el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas. La presidenta Claudia Sheinbaum encabeza un proceso de transformación que requiere el compromiso de todos los sectores de la sociedad. Como liberales, nuestro papel no es ser espectadores pasivos, sino guardianes de los ideales que han guiado a nuestra nación en sus momentos más difíciles.
Como Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, lo expresó con claridad: “Los pueblos no son esclavos de sus gobernantes; los gobernantes son servidores de sus pueblos”. En este sentido, es nuestra responsabilidad exigir un gobierno que trabaje por el bienestar del pueblo, que promueva la educación, la ciencia y la equidad, y que respete la soberanía nacional.
México ha demostrado que, cuando se mantiene firme en sus ideales, puede superar cualquier adversidad. El movimiento liberal ha sido y seguirá siendo un actor clave en la construcción de un país justo y democrático. Que la historia de nuestra nación nos inspire a seguir luchando por un México unido, libre y soberano.
¡En pie y al orden, cara al Devir!
