El 8 de marzo es una fecha de lucha y reivindicación, un día para exigir justicia por las mujeres víctimas de violencia, desigualdad y discriminación. Sin embargo, en Aguascalientes, la conmemoración fue desvirtuada por la politización y la instrumentalización del movimiento con fines políticos, personales y de distracción.
Mientras algunas autoridades y sus corifeos usan las acusaciones contra personajes políticos como una cortina de humo para evadir temas de fondo, en las calles otro fenómeno restó seriedad a la jornada: el "tendedero de acusados". Lo que debería ser una herramienta legítima de denuncia pública contra agresores se convirtió, en algunos casos, en un espacio de venganzas personales, donde exparejas fueron señaladas sin pruebas, muchas veces por despecho y no por hechos sustentados en la justicia.
Este desvío de la conversación no es casualidad. Permitir que la conmemoración del 8M se transforme en una pugna política o en ajustes de cuentas individuales solo beneficia a quienes buscan evitar la discusión de problemas estructurales como la violencia de género, la falta de acceso a la justicia y las brechas económicas que afectan a las mujeres.
Esperemos que en fechas posteriores se logre rescatar el verdadero sentido del 8M. Ni los gobiernos deben usarlo para distraer de sus fallas, ni se debe permitir que una causa legítima pierda credibilidad por denuncias sin sustento. La lucha feminista merece seriedad, responsabilidad y un compromiso real con la justicia.