No hay conversión sin caridad

Transeúnte.

El tiempo de cuaresma ha comenzado con el rito sencillo de la imposición de la ceniza, junto con este rito sencillo y quizá para algunos con poco significado se manifiesta una invitación propia del tiempo de cuaresma: la de convertirnos. Cierto que la conversión no es un tema exclusivo del tiempo de cuaresma, sino que debe convertirse en un estilo de vida para cada uno de nosotros como creyentes en Jesús.   La palabra conversión tiene sus raíces más profundas en la palabra griega “metanoia”.  El termino metanoia viene del prefijo griego meta que significa «más allá» y nous, que significa «intelecto» o «mente». Traducido literalmente, metanoia significa un cambio de propósito o de opinión. En general, el término se emplea en dos contextos distintos. Los dos conservan ese significado literal. En la Biblia, con mayor frecuencia el término se traduce como conversión u arrepentimiento.   Este tiempo de cuaresma todos estamos invitados a pensar desde la sinceridad que supone animarnos a mirar el corazón en nuestra propia vida y a la luz del evangelio animarnos a ver desde Dios nuestras situaciones que nos impiden estar en paz con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Me gustaría resaltar esto que he mencionado de ver nuestra vida desde Dios, desde la luz del evangelio porque estoy seguro que ante los errores y limitaciones que todos las tenemos no siempre somos capaces de vernos a nosotros mismos desde la misericordia y la óptica divina de perdón que sólo Dios nos puede ofrecer.    La conversión comienza también cuando somos capaces de pensar en el otro de salir de nosotros mismos de comprender que a nuestro alrededor hay personas que sufren que necesitan de nosotros y que también cada uno de nosotros estamos llamados a hacer algo por ellos.    Durante este tiempo de cuaresma la iglesia nos invita a vivir de manera especial las obras de misericordia. El evangelio que escuchamos el pasado miércoles de ceniza nos da la ruta que cada uno de nosotros como creyentes estamos invitados a abrazar: oración, ayuno y limosna.   La limosna significa aprender a dar a los demás no de lo que nos sobra, sino aprender a desprendernos de aquellas cosas que aunque las necesitamos somos capaces de compartirlas. Sin embrago la caridad no se puede reducir al dar desde la perspectiva material. Jesús es el que nos da ejemplo de caridad Él se ha acercado a cada uno de nosotros, ha vendado y curado las heridas que hemos adquirido, como buen samaritano se ha detenido frente a nosotros y al igual que en el evangelio nos pregunta: ¿qué quieres que haga por ti?    Estimados lectores, la cuaresmas apenas va comenzado, animemos todos vivir este tiempo teniendo la caridad como un propósito que deseamos vivir. Siempre hay alguien al que podemos ayudar, escuchar y acompañar. Que el ir y venir de todos los días no nos impidan a ninguno de nosotros detenernos frente al drama de los demás, sólo quien se detiene puede contemplar la realidad y darse cuenta que en ella siempre se encuentra el grito del hermano, grito que espera hacerse un eco fuerte y claro en el corazón de todos.  
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