El oscuro negocio global tras la reciente trama de Georgia y Tailandia es el mas reciente caso de investigación iniciada por el ministerio de Georgia sobre una presunta granja tailandesa dedicada a la explotación de mujeres para el tráfico de óvulos humanos y esto ha vuelto a poner sobre la mesa uno de los debates bioéticos más complejos de nuestro tiempo: la gestación subrogada o vientres de alquiler.
La red de tráfico de óvulos se aprovechaba de mujeres tailandesas, quienes, atraídas por promesas de altos salarios y mejoras en su calidad de vida, eran trasladadas a Georgia. Al llegar, se les confiscaban sus pasaportes y eran sometidas a tratamientos hormonales forzados para estimular la producción de óvulos. Estos óvulos eran posteriormente recolectados y vendidos en el mercado negro para tratamientos de fertilización in vitro. Las condiciones inhumanas a las que eran sometidas estas mujeres representan una clara violación de sus derechos humanos y un ejemplo palpable de la explotación y la violencia de género.
Esta práctica, que sitúa el cuerpo femenino en la intersección entre deseo, mercado y derechos reproductivos, revela las profundas desigualdades globales que permiten que mujeres vulnerables sean convertidas en medios para satisfacer las aspiraciones reproductivas de quienes pueden permitírselo económicamente.
El caso georgiano-tailandés no es un hecho aislado, sino que forma parte de un entramado global donde el Norte consume y el Sur provee. Las mujeres tailandesas presuntamente explotadas representan el rostro invisible de un negocio millonario que se alimenta de la precariedad económica y la vulnerabilidad social.
Una vez más las ONG’s están en la atención, el acompañamiento y la denuncia para apoyar a estas mujeres víctimas de esta red de tráfico, siendo el primer espacio a donde acude una de las víctimas que logra escapar. La Fundación Pavena para Niños y Mujeres ha desempeñado un papel crucial en la investigación y rescate de las víctimas, colaborando estrechamente con la policía internacional e Interpol. A pesar de los esfuerzos significativos, se estima que más de 100 mujeres han sido explotadas en esta "granja de óvulos humanos". Este hecho subraya la necesidad urgente de una respuesta coordinada y global para abordar este problema.
¿Qué convierte a una mujer en candidata ideal para estos negocios? La respuesta es tan evidente como dolorosa: la pobreza, la falta de oportunidades educativas y laborales, y sistemas legales laxos que no protegen suficientemente a las mujeres frente a estas nuevas formas de explotación.
La gestación subrogada nos plantea interrogantes fundamentales: ¿Es ético mercantilizar funciones corporales tan íntimas como la gestación? ¿Hay consentimiento verdaderamente informado y libre cuando media la necesidad económica? ¿Puede hablarse de autonomía corporal cuando las condiciones materiales empujan a decisiones que de otro modo no se tomarían?
Las respuestas no son sencillas y dividen incluso al movimiento feminista. Algunas voces defienden el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, incluida la posibilidad de gestar para otros. Otras señalan que en un mundo profundamente desigual, esta supuesta libertad esconde nuevas formas de explotación patriarcal y colonial.
Lo que resulta innegable es que casos como el de la supuesta granja tailandesa revelan la cara más oscura de estas prácticas: mujeres reducidas a su capacidad reproductiva, sometidas a procedimientos invasivos sin garantías sanitarias adecuadas, y privadas de sus derechos más básicos.
Urge una regulación internacional que ponga freno a estas nuevas formas de tráfico humano. Mientras tanto, es fundamental seguir denunciando estos casos y visibilizar las historias de las mujeres que, como las víctimas tailandesas, son reducidas a meros recipientes reproductivos en un mercado global que commodifica la vida misma.
Porque hablar de gestación subrogada en clave de género implica reconocer que, una vez más, son los cuerpos femeninos los que cargan con el peso de satisfacer deseos ajenos, perpetuando desigualdades históricas bajo nuevas y sofisticadas formas de explotación.