Daron Acemoglu, el economista que mejor predice el futuro sin usar una bola de cristal, autor de libros como “Por qué fracasan las naciones” y el más reciente “Poder y progreso”, nos lanza una advertencia: la concentración del poder económico en pocas manos no solo genera desigualdad, sino que también puede debilitar la democracia. Y, bueno, si algo nos sobra en México es la concentración del poder, tanto en la política como en la economía.
Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum mantiene su optimismo sobre el crecimiento económico para 2025 (seguramente con la esperanza de que el nearshoring nos pudiera haber salvado antes de Trump ), el Banco de México recortó su pronóstico a un escueto 0.6% de crecimiento. Para ponerlo en perspectiva: en 2023, México creció un 3.2% gracias a la recuperación pospandemia. Ahora, con el regreso de Donald Trump a la escena y sus amenazas arancelarias, la cosa se complica.
Hablemos de monopolios. Acemoglu apunta a las grandes tecnológicas, pero en México tenemos nuestros propios gigantes intocables. Slim sigue dominando telecomunicaciones con Telmex y América Móvil, mientras que la banca cobra comisiones hasta por respirar. En 2023, el sector bancario tuvo resultados históricos, al crecer 15% en utilidades contra las registradas el año anterior, pues alcanzó los 273 mil millones de pesos, en gran parte por cobros excesivos a los clientes. Y si esperamos que el gobierno ponga orden, recordemos que la reforma para regular las comisiones bancarias lleva en el congelador desde 2018.
Y, por supuesto, el crimen organizado sigue siendo la empresa más rentable del país. El informe del Inegi de 2023 señaló que el costo de la inseguridad en México alcanzó los 319,000 millones de pesos, equivalente al 1.2% del PIB. Si bien la Dra. Sheinbaum defiende la soberanía nacional tras la designación de los cárteles como organizaciones terroristas por parte de EE. UU. (“Con México es colaboración, no injerencismo”, dijo), como si esa etiqueta puesta por los “gringos” (DEA y CIA) cambiara el hecho de que el crimen organizado influye en la economía más que cualquier política gubernamental.
Acemoglu también habla de la inversión extranjera, y justo esta semana Netflix anunció que invertirá 1,000 millones de dólares en México en los próximos cuatro años. Excelente noticia para la industria audiovisual, pero también una muestra de cómo las grandes empresas pueden influir en las políticas económicas y culturales del país. No nos extrañe que pronto veamos una serie sobre un presidente carismático que promete cambios históricos pero que, al final, termina atrapado en el mismo sistema.
Si hablamos de concentración del poder, no podemos olvidar a los gobernadores. En muchos estados, los mandatarios locales manejan sus territorios como si fueran feudos medievales, con presupuestos opacos y un control casi absoluto sobre congresos y medios locales. Mientras la inseguridad y la corrupción siguen desangrando a la población; la ciudadanía sigue esperando que estos líderes locales dejen de comportarse como virreyes, empiecen a rendir cuentas, dejen de culpar de todas sus omisiones a la federación y asuman a cabalidad su responsabilidad en los temas locales, que solo a ellos como ejecutivos les corresponde.
Pasamos de la Compañía de las Indias Orientales a las MAANG (Meta, Amazon, Apple, Netflix y Google). Si bien esas antiguas empresas dominaban el comercio mundial mediante apoyos políticos y militares, estos nuevos oligopolios multinacionales controlan literalmente las fibras o pensamientos de nuestras sociedades modernas, conectadas de manera permanente a todo ese caudal de información y desinformación que estas grandes “big tech” nos recetan de manera incesante desde que Dios amanece hasta que Dios anochece.
En fin, el problema y responsabilidad no es solo de Trump, Sheinbaum o Slim. Es un modelo económico que sigue beneficiando a unos cuantos mientras la mayoría de los ciudadanos solo sobreviven. Acemoglu nos advierte que la tecnología y la economía pueden fortalecer o debilitar la democracia, dependiendo de cómo se usen. Y en México, la pregunta sigue siendo: ¿qué elegiremos hacer con ellas?
“El verdadero peligro no es que las computadoras comenzaran a pensar como los hombres, sino que los hombres comenzaran a pensar como las computadoras”.
-Sydney J. Harris