Lunes 2 de Junio de 2025 | Aguascalientes.

La Iglesia de todos, todos, todos

P. Rodrigo Macías Mora | 23/02/2025 | 09:56

No es ningún secreto que el número de personas que se reconocen como católicas en México va a la baja. Según datos del INEGI de los censos del 2010 y 2020 nos daremos cuenta que existe un menor porcentaje de fieles de la iglesia católica (de 82.7 a 77.7?%), un mayor porcentaje de fieles de las iglesias protestantes y evangélicas (de 7.5 a 11.2?%) y, sobre todo, un mayor porcentaje de personas sin religión (de 4.7 a 8.1?%, con un 2.5 adicional de personas sin adscripción religiosa).

Más allá de los planes de pastoral que las diócesis puedan elaborar, al analizar los datos del INEGI, me parece que debemos hacernos unas preguntas: ¿por qué hay personas que han dejado la Iglesia católica?, ¿qué aspecto en concreto está contribuyendo al éxodo en la Iglesia católica?

El discurso temático del papa Francisco que seguramente ha sido de los más repetidos a lo largo de su pontificado es el de la Iglesia en salida. Para Francisco la Iglesia tiene rostro de casa de puertas abiertas en donde todos cabemos. En EvangeliiGaudium, Francisco nos insiste:  “Repito aquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: ¡Dadles vosotros de comer! 

No podemos renunciar a un aspecto esencial de nuestro ser Iglesia: la misión. Es decir animarnos a salir no sólo de nuestras oficinas sino sobre todo de nosotros mismos para poder disponernos a acoger el gran don que en el otro Dios nos da. El otro, no es un rostro anónimo y lejano sino que desde el evangelio se convierte en prójimo. En un ser humano igual que nosotros y por lo tanto en un hermano que más que buscar en la Iglesia todo su carácter institucional busca en ella a Jesús.

En la última Jornada Mundial de la Juventud, el papa Francisco llamó la atención diciendo que en la Iglesia hay lugar para: “todos, todos, todos”, una expresión que estoy seguro que a quienes nos decimos católicos nos debe hacer ruido, pues como Iglesia somos el pueblo de Dios, llamado por Él no porque seamos los mejores sino porque Él desea caminar con nosotros y llamarnos su pueblo.

Pensar en la Iglesia es pensar en salir para ir al encuentro de los demás, sabiendo que contamos con el mejor de los mensajes: el Evangelio.