Durante el sexenio pasado, México fue testigo de un gobierno mediático, cimentado en 1,436 conferencias matutinas a lo largo de 2,131 días de gestión. Prácticamente todos los días, la narrativa pública pasaba por lo que el expresidente Andrés Manuel López Obrador declaraba en su "mañanera". La administración se caracterizó por una estrategia de comunicación omnipresente, con un constante ejercicio de esgrima discursiva sobre casi todos los temas de la República y más allá de sus fronteras. ¿Hoy, Mr. Trump con sus ordenes ejecutivas nos evoca a esa administración?
Sin embargo, el país experimentó en ese sexenio una clara sensación de aislacionismo y un abandono de las relaciones internacionales, lo que debilitó su histórica referencia como líder latinoamericano. Hoy, ante las embestidas mediáticas y el uso de su "big pluma", el presidente número 47 de Estados Unidos parece cómodo en su papel de acosador escolar, abusando de su cliente favorito: México.
México, otrora el hermano mayor de América Latina y con un servicio exterior reconocido en el pasado, por su solidez intelectual y diplomática, hoy parece reducido a una estructura fantasma en ese rubro. La Cancillería y su cuerpo diplomático han generado más escándalos que resultados, con acusaciones de abuso de poder y mal uso de recursos públicos entre sus funcionarios y cónsules. Entre 2018 y 2024, la diplomacia mexicana redujo su participación en foros multilaterales clave, con una disminución del 30% en su representación en organismos como la ONU y la OEA.
En el peor momento, el país cuenta con un cuerpo diplomático que, si no es el peor, al menos es el más intrascendente. La presidenta Claudia Sheinbaum ha tenido que enfrentar sola las bravatas del gobierno estadounidense, que, bajo la influencia de un magnate sudafricano, que solo parece interesado en lucrar y ganar relevancia a través del manejo de fondos públicos con su DOGE.
Mientras tanto, los 50 consulados mexicanos en Estados Unidos no han logrado generar ningún respaldo significativo en los círculos de poder o en la ciudadanía norteamericana. México mantiene una presencia global considerable con más de 150 representaciones diplomáticas, incluidas 80 embajadas y misiones permanentes ante organismos internacionales. No obstante, no se percibe ninguna estrategia de contención efectiva dentro del territorio estadounidense ni en el resto del mundo ante los ataques de Trump hacia nuestro país. Entre 2022 y 2024, los consulados mexicanos en EE.UU. registraron un 25% menos de eventos de incidencia política en el Congreso estadounidense, lo que refleja su menor influencia.
Nadie parece dispuesto a hacer frente al acosador y su pandilla tecnológica, que, al mismo tiempo, juegan con un presidente argentino dispuesto a alquilarse al mejor postor o con los ultras de la extrema derecha alemana, evocando las sombras del nazismo del siglo pasado. A ello se suma la provocación de un vicepresidente estadounidense que, si bien con algo de razón, escupe en la cara de sus interlocutores en la Conferencia de Seguridad de Múnich, al señalar que la mayor amenaza del continente europeo no proviene de Rusia o China, sino desde su interior.
Literalmente, además del inmovilismo del servicio exterior mexicano, el resto del mundo parece temer provocar la ira de estos nuevos matones del cada vez más lejano multilateralismo. Mientras tanto, los temas migratorios siguen siendo gestionados de manera deficiente en todo el planeta, y la imposición de una agenda ideológica única para 2030 ha generado fricciones, limitando la libertad de pensamiento y opinión de quienes no comulgan con sus postulados más radicales.
En este contexto, el progresismo parece haber extraviado el rumbo, priorizando discusiones mediáticas sobre la identidad de género por encima de problemáticas urgentes como la salud mental o los desafíos médicos globales. En consecuencia, nadie parece dispuesto a enfrentar la nueva moda "trumpiana", cuyas tácticas recuerdan a una combinación de Tony Soprano con un capítulo distópico de Black Mirror.
Esperemos que los valores fundamentales de la cultura occidental, en una paradoja del destino, sean los que nos devuelvan un halo de esperanza frente a esta nueva pandilla de abusadores que ahora ajusta cuentas con los excesos del extremismo "woke".
“En estos tiempos, un diplomático no es más que un jefede camareros a quien, de cuando en vez, se le invita a sentarse.": Peter Alexander Ustinov