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Reflexiones sobre la Justicia Social y la Perspectiva de Género en México

Jorge Antonio Rangel Magdaleno | 15/02/2025 | 16:52

A propósito del próximo 20 de febrero, Día Mundial de la Justicia Social, una fecha que invita a reflexionar sobre la equidad, el acceso a derechos fundamentales y la construcción de sociedades más inclusivas, en México, este día adquiere especial relevancia en un contexto donde la lucha por la igualdad de género ha conllevado a avances significativos, pero también ha planteado desafíos y contradicciones que exigen un análisis profundo.
 
Casos recientes que han sido virales, tales como la sentencia a Fofo Márquez, la agresión de la influencer Marianne “N” a otra mujer hasta varios videos de mujeres amenazando falsamente a prestadores de servicios a través de plataformas digitales han puesto el dedo en la llaga sobre la inclusión de la perspectiva de género en la impartición de justicia, generando importantes preocupaciones legítimas sobre el riesgo de que se desvirtúe el principio de equidad, convirtiéndose en un mecanismo que otorga privilegios en lugar de garantizar una justicia verdaderamente imparcial ante todas las personas como iguales.
 
Uno de los problemas más serios derivados de esta visión ha sido el incremento de denuncias falsas en casos de violencia de género y violencia familiar. Aunque es innegable que la violencia contra las mujeres es un problema grave que debe atenderse con urgencia, el uso indebido de las leyes con perspectiva de género ha llevado a situaciones donde hombres inocentes son acusados sin pruebas sólidas, enfrentando procesos legales injustos que dañan su vida personal, profesional y emocional. Este fenómeno no solo afecta a los hombres, sino que también desvía recursos que deberían destinarse a proteger a las víctimas reales, perjudicando a las propias mujeres que realmente requieren ayuda.
 
Otro aspecto preocupante es que, en algunos casos, las decisiones judiciales parecen partir de una presunción de culpabilidad hacia los hombres, en lugar de garantizar un juicio justo basado en pruebas. Esto contradice el principio fundamental del derecho penal: la presunción de inocencia. Asimismo, ha habido fallos judiciales que priorizan el discurso de género por encima de la imparcialidad, lo que genera una sensación de desprotección en ciertos sectores de la población, particularmente en padres que enfrentan disputas por la custodia de sus hijos.
 
La justicia social debe garantizar igualdad de derechos y oportunidades para todos, sin que ningún grupo sea favorecido o perjudicado de manera arbitraria. Una verdadera equidad en la impartición de justicia no significa aplicar criterios diferenciados según el género, sino asegurarse de que cada caso sea valorado con objetividad, respetando el debido proceso y evitando que el legítimo combate a la violencia de género derive en nuevas formas de injusticia.
 
El reto de México es encontrar un equilibrio que proteja a las víctimas reales sin que ello implique vulnerar los derechos de personas inocentes. La justicia debe ser ciega, imparcial y basada en la verdad, no en ideologías o presiones sociales. En este Día Mundial de la Justicia Social, es momento de reflexionar sobre cómo construir un sistema verdaderamente equitativo, donde la justicia no tenga género, sino fundamento en la verdad y el derecho.
 
Urge un replanteamiento de las políticas de género en el ámbito legal. Esto implica fortalecer la formación de jueces, fiscales y peritos para evitar estereotipos, garantizar investigaciones exhaustivas ante cualquier denuncia y sancionar a quienes manipulen el sistema con fines vindicativos. Al mismo tiempo, es vital mantener y mejorar los mecanismos de protección para mujeres en riesgo, sin caer en simplismos que enfrenten a hombres y mujeres como adversarios.
 
En conclusión, la meta no es invertir opresiones, sino erradicarlas. Solo una justicia imparcial, basada en derechos humanos universales y no en privilegios arbitrarios, logrará reconciliar la lucha contra la desigualdad con el Estado de derecho. La equidad de género no se alcanzará con leyes sesgadas, sino con instituciones capaces de escuchar, proteger y juzgar con ética, sin distinción de identidad alguna.