Martes 11 de Marzo de 2025 | Aguascalientes.

Reivindicar los Gremios para un Futuro Justo

Pedro F. Lozano Elizondo | 14/02/2025 | 12:41

En estos tiempos de fragmentación política, cambios abruptos de ideologías y perspectivas económicas, donde se pretende gobernar a base de tuits y decisiones unipersonales dictadas por el estado de ánimo o el consejo de gurús de última generación surgidos en la era de las redes sociales, sin entender los contextos y luchas históricas por defender derechos laborales y humanos como el trabajo decente, el fortalecimiento de las organizaciones gremiales cobra una relevancia puntual.
 
En nuestro país, cuando se habla de temas sindicales entre ciudadanos que no conocen o no han disfrutado de los logros que nuestras organizaciones han alcanzado, los comentarios suelen ser negativos, viendo a los sindicatos como entes antagónicos a la libre empresa. Sin embargo, los datos demuestran lo contrario. Según el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), la tasa de sindicalización en México pasó del 12.4% en 2019 al 13.5% en 2024, lo que representa un incremento del 16%. Esto significa que, en el primer trimestre de 2024, 5 millones 119,951 trabajadores mexicanos estaban afiliados a algún sindicato. Este crecimiento, aunque lento, se debe en parte a la renegociación de las condiciones laborales incluidas en el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), que entró en vigor en 2020.
 
A nivel global, los sindicatos siguen siendo un pilar fundamental para la defensa de los derechos laborales. En la Unión Europea, alrededor de 60 millones de trabajadores están sindicalizados, con una tasa de afiliación media del 25% sobre la población asalariada. Los países nórdicos como Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia lideran este indicador, con tasas de densidad sindical que rondan el 33%. Estos datos no solo reflejan la fortaleza de las organizaciones gremiales, sino también su impacto positivo en la productividad y el nivel de vida de los trabajadores.
 
En este contexto de incertidumbre global, marcado por el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su enfoque en imponer aranceles a socios comerciales como México y Canadá para ganar competitividad laboral, la necesidad de fortalecer a las organizaciones gremiales se vuelve más urgente que nunca. Trump, conocido por su política proteccionista y su enfoque en "América primero", podría impulsar medidas que afecten directamente a los trabajadores mexicanos, especialmente en sectores clave como la industria automotriz y manufacturera.
 
El T-MEC, en este sentido, representa un avance significativo. A diferencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que incluía un acuerdo laboral paralelo, el T-MEC integra un capítulo laboral en su núcleo, con disposiciones más robustas y aplicables. Entre estas destaca el "mecanismo laboral de respuesta rápida", que permite a Estados Unidos imponer sanciones a fábricas específicas que violen los derechos de libertad de asociación y negociación colectiva. Además, el tratado incluye reglas de origen que exigen que entre el 40% y 45% del contenido de los automóviles sea producido en la region TMEC, por trabajadores que ganen al menos 16 dólares por hora para acceder a exenciones arancelarias. Estas medidas no solo protegen los derechos laborales, sino que también buscan equilibrar la competencia entre los tres países.
 
Sin embargo, el reto para México no solo es cumplir con estas disposiciones, sino también fortalecer a los sindicatos reales y de vanguardia, con una visión global y estratégica. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los países con sindicatos fuertes y representativos tienden a tener menores niveles de desigualdad salarial y mejores condiciones laborales. Por ejemplo, en Alemania, donde los sindicatos tienen una participación activa en los consejos de administración de las empresas, la brecha salarial entre trabajadores y directivos es significativamente menor que en países con sindicalización débil.
 
Es fundamental entender que los sindicatos no son un obstáculo para el desarrollo económico, sino un aliado estratégico. Un estudio del Banco Mundial (2023) reveló que las empresas con sindicatos fuertes tienen un 20% más de productividad que aquellas sin representación gremial, debido a la estabilidad laboral y la reducción de conflictos internos. En México, donde la informalidad laboral ronda el 55%, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los sindicatos pueden ser un motor para formalizar empleos y mejorar las condiciones de millones de trabajadores.
 
En este escenario volátil, los líderes sindicales tienen la responsabilidad de actuar con visión integral y global. Deben capacitarse y formarse para enfrentar los desafíos del siglo XXI, desde la automatización hasta la transición energética, y garantizar que los derechos laborales no sean sacrificados en aras de la competitividad. Al mismo tiempo, es crucial que los sindicatos sean vistos como aliados de la sociedad, el gobierno y las empresas, y no como entes confrontativos. Solo así podrán cumplir su papel como garantes de los derechos laborales y promotores de la estabilidad económica.
 
Es tiempo de cambio y transformación. Los sindicatos del siglo XXI deben ser agentes de progreso, construyendo puentes entre trabajadores, empresas y gobiernos, y asegurando que la globalización no sea sinónimo de precarización, sino de oportunidades para todos.