Martes 11 de Marzo de 2025 | Aguascalientes.

El impacto emocional de la violencia en la infancia y cómo proteger su bienestar

Dr. Mauricio López | 12/02/2025 | 13:54

“Mamá, tengo miedo. ¿Nos van a hacer algo? ¿Por qué están disparando? No quiero que nos pase nada… por favor, vámonos de aquí.”
 
Las palabras de un niño asustado, como las que recientemente estremecieron las redes sociales desde Culiacán, reflejan la cruda realidad que enfrentan miles de niños en México. La violencia no solo afecta a quienes la viven directamente, sino que deja una huella profunda en la infancia, generando miedo, ansiedad e incertidumbre, para el resto de su vida. ¿Cómo proteger el bienestar emocional de los niños en medio de un entorno inseguro? ¿Cómo ayudarlos a comprender y procesar lo que sucede sin que el miedo se apodere de ellos?
 
Este artículo busca responder esas preguntas, brindando herramientas para que los padres, docentes y cuidadores acompañen a los niños en tiempos difíciles, ayudándolos a sentirse seguros y emocionalmente estables.
 
La violencia es una realidad que, lamentablemente, forma parte del panorama cotidiano en muchas regiones de México. Las noticias, los hechos que ocurren en las comunidades y la percepción de inseguridad afectan no solo a los adultos, sino de manera profunda a los niños y adolescentes. A diferencia de los adultos, quienes pueden racionalizar y expresar sus emociones con mayor facilidad, los niños muchas veces no tienen las herramientas para comprender o verbalizar su angustia. En este artículo, exploraremos cómo la violencia impacta emocionalmente a la infancia y qué estrategias podemos implementar para proteger su bienestar.
 
1. ¿Cómo afecta la violencia a los niños?
 
El miedo, la ansiedad y el estrés postraumático son algunas de las consecuencias emocionales más comunes en niños que han estado expuestos directa o indirectamente a situaciones de violencia. Aunque no sean víctimas directas, el solo hecho de escuchar noticias alarmantes, ver imágenes impactantes en redes sociales o escuchar conversaciones de adultos preocupados, genera en ellos un estado de alerta constante.
 
Algunas manifestaciones de este impacto incluyen:
 
Cambios en el comportamiento: irritabilidad, enojo frecuente o retraimiento.
Problemas de sueño: pesadillas, insomnio o miedo a dormir solos.
Dificultades escolares: baja en el rendimiento académico, falta de concentración o desmotivación.
Síntomas físicos: dolores de cabeza o de estómago sin causa médica aparente.
Ansiedad y miedo excesivo: temores desproporcionados a salir a la calle, separarse de sus padres o estar solos.
 
Los niños absorben la ansiedad de los adultos y muchas veces interpretan la información de manera distorsionada, lo que puede aumentar su nivel de angustia. Por ello, es fundamental brindarles espacios seguros donde puedan expresar lo que sienten.
 
2. Cómo hablar con los niños sobre la violencia
 
Uno de los errores más comunes es evitar hablar del tema para “protegerlos”, cuando en realidad esto puede generar más confusión y miedo. La clave está en adaptar la conversación a su edad y en transmitir seguridad.
 
Escuchar primero: Preguntarles qué saben sobre lo que ha ocurrido y cómo se sienten al respecto. Muchas veces tienen ideas erróneas o exageradas que necesitan ser aclaradas.
Ser honestos, pero sin alarmar: Explicar la situación de manera sencilla, sin detalles innecesarios o imágenes impactantes.
Enfatizar en la seguridad: Reforzarles que hay adultos encargándose de su protección y que existen medidas para mantenerlos a salvo.
Permitir que expresen sus emociones: Darles confianza para hablar sobre su miedo, enojo o tristeza sin minimizar lo que sienten.
Evitar la sobreexposición a noticias violentas: Filtrar lo que ven y escuchan en televisión y redes sociales, ya que la repetición de imágenes puede aumentar su angustia.
 
3. Estrategias para proteger el bienestar emocional infantil
 
Frente a un entorno de inseguridad, es importante fortalecer la resiliencia en los niños y proporcionarles herramientas que los ayuden a sentirse seguros y emocionalmente equilibrados. Algunas estrategias incluyen:
 
Crear espacios de tranquilidad y seguridad: Dentro del hogar, generar un ambiente de calma donde los niños puedan sentirse protegidos y acompañados.
Fomentar la rutina y la estabilidad: La estructura diaria les da sensación de control y previsibilidad, lo cual reduce su ansiedad.
Enseñarles técnicas de relajación: Respiración profunda, mindfulness o actividades artísticas pueden ayudarles a gestionar sus emociones.
Promover el juego y la creatividad: El juego es una herramienta terapéutica que les permite procesar sus emociones de forma natural.
Brindarles afecto y seguridad emocional: Un niño que se siente amado y comprendido podrá afrontar mejor las adversidades.
 
Reflexión final
 
La violencia no solo deja huellas físicas, sino también emocionales. Proteger el bienestar de los niños no significa ocultarles la realidad, sino ayudarlos a enfrentarla de manera segura y con herramientas que fortalezcan su desarrollo emocional. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de construir entornos más seguros, tanto en el ámbito físico como en el emocional, para que la infancia pueda crecer sin el peso del miedo y la incertidumbre.
 
Si logramos que cada niño se sienta acompañado, escuchado y protegido, estaremos dando un paso importante para sanar las heridas invisibles que deja la violencia en su corazón. T. 5518500573