Martes 11 de Marzo de 2025 | Aguascalientes.

Migrantes: La fuerza invisible que mueve al mundo

Francisco Santiago | 06/02/2025 | 13:11

En las calles de nuestras ciudades, en los mercados bulliciosos y en las carreteras polvorientas del sur, se teje una historia silenciosa pero poderosa: la de los migrantes. Son ellos, los haitianos, venezolanos, centroamericanos y tantos otros, quienes cargan las bolsas del mandado, limpian parabrisas en los semáforos o caminan incansablemente hacia una frontera que promete, aunque no siempre cumple, una vida mejor. Son rostros anónimos, pero su presencia es innegable. Y, sin embargo, en lugar de ser recibidos con empatía, son víctimas de una creciente ola de animosidad y rechazo.
 
La migración no es un fenómeno nuevo. Es, de hecho, tan antigua como la humanidad misma. Desde que nuestros ancestros dejaron las sabanas africanas en busca de tierras más fértiles, el ser humano ha sido un eterno caminante. La historia de la humanidad es, en esencia, la crónica de un peregrinaje constante. Los mitos fundacionales de grandes civilizaciones, como el de Eneas en la antigua Roma o el de los aztecas en su búsqueda de Tenochtitlán, nos recuerdan que la migración no es solo un acto de supervivencia, sino también de esperanza y transformación.
 
Hoy, sin embargo, el migrante es visto con recelo. Se le acusa de "robar" empleos, de ser una carga para los sistemas de salud y educación, e incluso de amenazar la identidad cultural de los países que los reciben. Pero ¿Qué tan ciertas son estas afirmaciones? Los datos nos muestran una realidad muy distinta. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los migrantes no compiten con los trabajadores locales; más bien, ocupan espacios laborales que los nacionales no están dispuestos a llenar. En sectores como la agricultura, la construcción y los servicios, los migrantes son una fuerza laboral indispensable. En Estados Unidos, por ejemplo, más del 25% de los trabajadores agrícolas son migrantes. Sin ellos, la economía simplemente colapsaría.
 
Pero el aporte de los migrantes va más allá de lo económico. Ellos enriquecen nuestras sociedades con su diversidad cultural, su resiliencia y su capacidad para reinventarse. En lugares como Silicon Valley, el epicentro de la innovación tecnológica, es común encontrar a migrantes de todas partes del mundo contribuyendo al desarrollo de tecnologías que transforman nuestras vidas. Son académicos, ingenieros, chefs, artistas y emprendedores que, lejos de ser una carga, son un motor de progreso.
 
Sin embargo, persiste un mito peligroso: el del migrante como una amenaza. Este relato, alimentado por sectores conservadores y populistas, busca dividirnos y sembrar miedo. Pero los números no mienten. Un estudio reciente publicado en el periódico El País estima que una deportación masiva en Estados Unidos podría costarle al país entre el 2.6% y el 6% de su PIB, lo que equivale a una pérdida de entre 711,000 millones y 1.6 billones de dólares anuales. ¿Realmente podemos permitirnos ese costo?
 
Es hora de derribar los prejuicios y reconocer el valor de quienes dejan todo atrás en busca de un futuro mejor. Los migrantes no son un problema; son parte de la solución. Son personas valientes que enfrentan adversidades inimaginables para darle un mejor futuro a sus familias. Su persecución y estigmatización no solo es injusta, sino que nos debilita como sociedad global.
 
Desde las escuelas hasta los hogares, debemos fomentar el diálogo intercultural y enseñar a las nuevas generaciones que la diversidad es una fortaleza, no una amenaza. Los migrantes no son "el otro"; son nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos. Son, en definitiva, parte de nosotros.
 
La próxima vez que veas a alguien cargando bolsas en el mercado o limpiando parabrisas en un semáforo, recuerda que detrás de ese gesto hay una historia de lucha y esperanza. Y tal vez, en lugar de apartar la mirada, puedas ofrecer una sonrisa o una palabra de aliento. Porque, al final, todos somos migrantes en este viaje llamado vida.