“La ansiedad es un grito silencioso de ayuda que muchos llevan por dentro sin saber cómo enfrentarlo.”
Vero tiene 29 años. Desde hace años, ha sentido que su mente no descansa. A pesar de que tiene un trabajo estable y una familia que la apoya, hay noches en las que no puede dormir. Su corazón late rápido sin razón aparente, y a menudo siente un nudo en el estómago que no se deshace con nada. Hace poco, en medio de una reunión en el trabajo, tuvo una crisis. Sintió que el aire no llegaba a sus pulmones y salió corriendo al baño, donde lloró desconsoladamente.
“Sentí que iba a morir, pero lo peor era no entender por qué me pasaba eso”, cuenta. Después de esa experiencia, decidió buscar ayuda y después de hacer las evaluaciones correspondientes, confirme el diagnóstico, que cruzaba por un estado que de acuerdo con el DSM V conocemos como trastorno de ansiedad generalizada. Con terapia Cognitivo Conductual, Vero comenzó a aprender herramientas para gestionar sus emociones y hoy siente que ha recuperado el control de su vida.
¿Qué es la ansiedad y cómo nos afecta?
La ansiedad es una respuesta natural de nuestro cuerpo ante el estrés. Es el mecanismo que nos prepara para enfrentar el peligro, pero cuando se activa constantemente, incluso sin una amenaza real, puede convertirse en un trastorno debilitante.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 264 millones de personas viven con trastornos de ansiedad en el mundo. En México, los datos son alarmantes: 14.3% de la población enfrenta este problema en algún momento de su vida, y los jóvenes de 18 a 29 años son los más afectados.
Los síntomas más comunes incluyen:
Palpitaciones rápidas o sensación de que el corazón “se sale del pecho.”
Sensación constante de preocupación o miedo.
Insomnio o problemas para concentrarse.
Tensión muscular, fatiga y problemas digestivos.
Además, el impacto no es solo emocional. Muchas personas con ansiedad presentan dificultades en el trabajo, relaciones deterioradas y problemas de salud física a largo plazo, como enfermedades cardiovasculares.
Un problema que necesita atención urgente
A pesar de lo extendido que está este problema, solo el 36.9% de las personas que lo padecen recibe tratamiento. Muchas veces, la ansiedad no es tomada en serio, y las personas que la padecen pueden sentirse juzgadas o incomprendidas.
Esto hace que vivan en un círculo vicioso, donde los síntomas se intensifican y la calidad de vida se deteriora. Sin embargo, es importante recalcar que hay esperanza. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser efectiva en el 70-80% de los casos, ayudando a las personas a comprender y gestionar sus pensamientos y emociones.
Cómo dar el primer paso hacia el bienestar
El camino hacia la recuperación comienza reconociendo el problema y buscando ayuda. Aquí te dejamos algunos consejos prácticos:
1. Escucha tu cuerpo: Si notas síntomas persistentes como insomnio, preocupación excesiva o ataques de pánico, no los ignores.
2. Busca apoyo profesional: Psicólogos especializados pueden ofrecerte herramientas efectivas para gestionar la ansiedad.
3. Establece rutinas saludables: Dormir bien, hacer ejercicio y practicar técnicas de relajación como la meditación pueden marcar una gran diferencia.
4. Habla con tus seres queridos: Explicarles lo que estás pasando puede ayudarte a no sentirte solo.
Primeros auxilios psicológicos para manejar la ansiedad
Cuando alguien experimenta una crisis de ansiedad, es fundamental actuar de manera empática y práctica. Aquí hay algunas estrategias efectivas que pueden ayudar:
1. Controlar la respiración
La ansiedad puede causar hiperventilación, lo que agrava los síntomas físicos. Una técnica sencilla es la respiración diafragmática:
Inhala profundamente por la nariz durante 4 segundos.
Mantén el aire durante 4 segundos.
Exhala lentamente por la boca durante 6 segundos.
Repite el ciclo hasta sentir mayor calma.
2. Técnica de conexión sensorial (5-4-3-2-1)
Esta técnica ayuda a centrar la mente en el momento presente:
Identifica 5 cosas que puedas ver.
Identifica 4 cosas que puedas tocar.
Identifica 3 cosas que puedas escuchar.
Identifica 2 cosas que puedas oler.
Identifica 1 cosa que puedas saborear.
3. Hablar con alguien de confianza
A veces, expresar lo que se siente ayuda a reducir la carga emocional. Si estás acompañando a alguien, escucha con empatía y sin juzgar. Frases como:
“Estoy aquí para ayudarte.”
“Respira conmigo, lo estás haciendo muy bien.”
pueden brindar apoyo emocional.
4. Práctica de “anclaje”
Ayuda a la persona a recordar algo positivo o seguro. Puede ser un lugar favorito, una experiencia feliz o incluso sostener un objeto que le dé tranquilidad (una foto, un amuleto, etc.).
5. Liberar tensión física
La ansiedad genera tensión muscular. Ayuda realizar ejercicios de relajación progresiva:
Aprieta los puños durante 5 segundos y luego relájalos.
Haz lo mismo con otras partes del cuerpo (brazos, piernas, mandíbula).
6. Limitar estímulos externos
Si la persona se encuentra en un lugar ruidoso o con mucha gente, sugiere trasladarse a un espacio más tranquilo, con menos estímulos.
7. Evitar minimizar los sentimientos
Nunca digas cosas como “no es para tanto” o “tranquilízate.” Esto puede hacer que la persona se sienta incomprendida. En su lugar, utiliza frases como:
“Es normal sentirte así, pero juntos podemos manejarlo.”
“Estoy aquí para apoyarte, vamos paso a paso.”
8. Fomentar el autocuidado tras la crisis
Después de que la crisis pase, es importante:
Beber agua para rehidratarse.
Descansar.
Reflexionar sobre posibles detonantes y buscar ayuda profesional si es recurrente.
Estos primeros auxilios no sustituyen la ayuda profesional, pero pueden ser un gran apoyo en el momento. La clave está en actuar con calma, empatía y paciencia, recordando que la ansiedad no define a la persona, sino que es una experiencia transitoria que puede superarse con las herramientas adecuadas.Ahora entiendo que mi mente también merece descanso.” Estoy para [email protected] 5518500573