Hoy en día resulta sumamente fácil escribir un texto, compartirlo por alguna red social y sentarnos a ver el efecto que causa, y resulta más fácil aún, cuando ni siquiera le ponemos nuestro nombre para responsabilizarnos de lo que afirmamos, pero más fácil resulta desacreditar a alguien, basta con poner que es corrupto, que tiene un amante o que no le gusta trabajar, pareciera que cualquier cosa podemos decir, si nos escondemos detrás del anonimato.
Por desgracia, se ha vuelto muy común la práctica de filtrar información y hasta adornarla con “datos duros” y decir que se solicitó a través de transparencia, para dar la sensación de que es algo importante o cierto, lo más triste de todo es que ya llegamos al punto de no saber la diferencia entre información relevante y cierta, de aquella que nos miente y nos quiere enganchar para ser partícipes de un linchamiento público, basta con que mi vecina me caiga gorda para subir un post diciendo cuanta sandez se me ocurra.
Por desgracia, este es uno de los precios que tenemos que pagar por estar sobre conectados y sobre informados, gracias a las redes sociales. Como ejemplo, están los mensajes que en días pasados circularon sobre el presidente de la ACIUAA, Jorge Antonio Rangel Magdaleno, en donde se le acusa de aprovecharse de su puesto como líder sindical, que mantiene un contubernio con la UAA, entre otras acusaciones que pueden o no ser ciertas, lo reprobable es que quienes emiten el mensaje se esconden detrás del anonimato y eso de entrada pone en duda todo lo que puedan decir. Ya le tocará al líder sindical dar explicaciones a sus colegas y agremiados, por lo pronto, el dardo envenenado no logró dar en el blanco simple y sencillamente porque no hay quien dé la cara.
Y este es solamente un ejemplo de lo que hoy en día vivimos todxs, cualquier persona puede publicar lo que quiera de otra, ya sea funcionario público, político o cualquier hijo de vecino, las redes sociales generan la sensación de que quienes están detrás de un teléfono tiene un gran poder para erigirse en jueces, y esto, ha hecho que como nunca la difamación esté a la orden del día, y aquí como dice el dicho, el que pega primero pega dos veces, mientras se averigua si es cierto o no lo que se dice de alguien, ya se logró sembrar una duda, pero también hay que decirlo, quienes usan el anonimato por lo regular tienen más cola que les pisen, pues de lo contrario no me explico que alguien que tiene acceso a información seria y verídica, tenga la necesidad de esconderse, al contrario da la cara y acude a las instancias competentes a presentar su denuncia, porque esto también es una responsabilidad cívica y moral, si se tiene información de actos de corrupción o malos manejos en alguna institución tiene la obligación de denunciarlos y presentar las pruebas.