Miércoles 5 de Febrero de 2025 | Aguascalientes.

Esclavos del algoritmo y la ética en el periodismo…

Ricardo Heredia Duarte | 25/01/2025 | 16:32

Históricamente, la labor periodística y de información ha sido una tarea nada fácil para quienes la practican. Uno podría pensar que en estos tiempos de fácil acceso a internet y a las distintas plataformas donde se comparte y accede al conocimiento e información de todo el mundo, resultaría más sencillo para cualquier periodista o medio de comunicación realizar su labor de informar. Sin embargo, paradójicamente, en esta era dominada por los algoritmos, el poder informar verazmente y, al mismo tiempo, sobrevivir económicamente o tener viabilidad como medio de comunicación o periodista independiente se ha vuelto un verdadero reto.
 
Hace tiempo se acuñó el concepto de “hombre camión”, refiriéndose a aquella persona que, con un solo vehículo, se dedica a mover mercancías o a trasladar personas. Hoy, con los smartphones y el acceso gratuito a las redes sociales, además de la monetización que resulta de ser un “influencer” o “tiktoker” con una buena cantidad de seguidores, parece que este concepto puede trasladarse al ámbito comunicacional como el “hombre o mujer periódico”.
 
Según datos de “The Competitive Intelligence”, al cierre del tercer trimestre de 2024 en nuestro país había activas 150 millones de líneas telefónicas, de las cuales el 95% correspondían a smartphones, convirtiendo a estos dispositivos en el epicentro de la conectividad y la productividad de los mexicanos. Además, otras fuentes indican que 8 de cada 10 mexicanos mayores de 6 años son usuarios de un smartphone (dato de Statista).
 
Paradójicamente, este acceso masivo a la información está haciendo cada vez más complejo el oficio de informar verazmente y sobrevivir en el intento. Hace unos días, al conversar con un encargado de comunicación de un municipio pequeño de alrededor de 100 mil habitantes, me comentaba que tenía registrado a al menos 250 comunicadores, medios de comunicación, periodistas o influencers que se habían acercado para acreditarse ante esa área de comunicación del ayuntamiento. Ya sea para buscar convenios que generaran algún pago o, a veces, simplemente para obtener una acreditación que les diera acceso VIP a festividades y eventos artísticos organizados por el municipio.
 
Así, ese noble oficio de informar ha sido víctima de su propio éxito democratizador. Se ha confundido o perdido el periodismo con la emergente carrera de “influencer”. Las marcas comerciales, dependencias gubernamentales, políticos o cualquier persona que busca informarse ahora confía más en una persona que se caracteriza como “payaso”, aunque sea patrocinada por un político conocido por su corrupción y trampa.
 
Ya no importa si quien habla, escribe, informa o recomienda algún producto o autoridad pública tiene datos fehacientes o conocimiento formal sobre lo que opina o comenta. Lo único en lo que nos fijamos es: ¿Cuántos seguidores tiene? No importa que sean de Pakistán o Timbuktú; lo importante es que sean cientos de miles.
 
En esta emancipación informativa hemos pasado del “hombre periódico” a los nuevos reyes de nuestra era. Durante la asunción del presidente 47 del imperio yankee, circuló una foto donde aparecían, en primera fila y sentados codo con codo, Elon Musk de X, Mark Zuckerberg de Meta, Jeff Bezos de Amazon y Sundar Pichai de Google. Unas filas más atrás estaba el director de TikTok, Shou Zi Chew. Prácticamente, toda la población con acceso a un smartphone en el mundo es rehén de los algoritmos de los emporios digitales que estos hombres dirigen.
 
En México, según datos de “Data Reportal”, las redes sociales más usadas en 2024 son Facebook, con 90.2 millones de usuarios, y YouTube, con 83.1 millones. En ese universo, ser una fuente confiable de información o practicar un periodismo veraz se convierte en una hazaña digna de héroes mitológicos. ¿Cómo sobrevive el periodismo veraz en un entorno donde el ciudadano en general prefiere ser guiado por sus propias verdades y sesgos? ¿Puede la ética y el noble oficio del periodismo evolucionar e informar en este contexto local donde el “no pago para que me peguen” es quien manda?
 
¿Cómo sobrevivir cuando los aparatos de comunicación gubernamentales, que son las principales fuentes de ingreso para los medios medianamente estructurados, limitan el libre pensamiento y la opinión en beneficio de los intereses del poder?
 
Es imperativo que todos los involucrados en temas profesionales de comunicación comprendan la trascendencia de informar con ética y responsabilidad. Es necesario evitar el lodo y los ataques por consigna sin verificar la información, dañando vidas, reputaciones y familias solo por unos centavos. Cerremos filas como ciudadanos y utilicemos ese poder de acceso, para limitar los excesos del poder y buscar, en comunidad, un entorno digital más saludable. Solo así podremos rescatar este noble oficio en beneficio de nuestra sociedad, tan golpeada por la desinformación y la banalidad.
 
“Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”: Ryszard Kapuscinski