El quinto mandamiento de la ley de Dios nos enseña que no debemos matar. Al igual que los demás mandamientos este mandamiento encuentra su fundamento en la Sagrada Escritura: «No matarás» (Ex 20, 13).
«Habéis oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal» (Mt 5, 21-22).
Existen diversas maneras en las que se puede faltar contra este mandamiento, sin embargo la más sencilla de identificar consiste en privar de la vida a alguna persona. Actualmente vivimos una situación en la que enterarnos de que alguien haya asesinado a alguna persona lamentablemente no nos causa sorpresa. Pareciera que nos hemos acostumbrado a noticias de este estilo. Lamentablemente esto no está bien. La vida siempre será un don sagrado y cualquier acto que vaya en contra de esta siempre será un golpe para toda la humanidad. Pienso que la pregunta que Dios formuló a Caín tras la muerte de Abel sigue siendo actual: ¿dónde está tu hermano?
El papa Francisco nos ha hablado en repetidas ocasiones de lo que él llama: “globalización de la indiferencia”. Francisco explica que “la primera forma de indiferencia en la sociedad humana es la indiferencia ante Dios, de la cual brota también la indiferencia ante el prójimo y ante lo creado”. El hombre que “piensa ser el autor de sí mismo, de la propia vida y de la sociedad; se siente autosuficiente; busca no sólo reemplazar a Dios, sino prescindir completamente de él”. Por consiguiente, advierte, “cree que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo, y pretende tener sólo derechos”.
Hace unos días en la parroquia en la que desempeño mi ministerio sacerdotal un joven murió asesinado, él no participaba de ninguna riña simplemente estuvo en el momento y hora equivocada cuando otro joven lo ataco sin explicación alguna. Triste noticia saber que alguien que apenas se va abriendo a la vida tenga que terminar de esta manera. Según informaron en las noticias a los pocos días el agresor fue capturado, que bueno que esto se pudo lograr. Qué bueno que este crimen no quede impune, sin embargo hay algo que la justicia de este mundo no puede lograr, y eso es el consuelo de los padres y hermanos de aquel joven que tratan de asimilar lo sucedido aquella noche. Estoy seguro que la historia de esta familia que hoy sufre por la ausencia de su hijo es la historia de tantas personas que al igual que ellos no encuentran una respuesta ante el drama del asesinato.
En este domingo quiero invitarles a que pidamos al Señor por una sociedad más pacífica, menos violenta y más solidaria. Que nuestra plegaria no olvide a las ya muchas familias que viven en luto tras la muerte violenta de alguno de sus integrantes.
Cristo siempre será la respuesta a nuestros problemas y dramas.