Dr. Mauricio López | 03/01/2025 | 16:23
Ana no solo enfrenta el agotamiento físico y mental que implica ser maestra en un sistema educativo saturado. También experimenta un ambiente escolar que muchas veces está lejos de ser un espacio de apoyo y colaboración. Como muchos otros docentes, Ana es víctima de dinámicas de poder que pueden derivar en bossing (acoso laboral ejercido por superiores) y mobbing (acoso laboral por parte de colegas). Estas prácticas no solo intensifican el estrés laboral, sino que generan una profunda frustración, afectando directamente su desempeño en el aula y su salud emocional.
En este contexto, Ana intenta equilibrar su papel como docente, más el de cuidadora emocional de sus alumnos, entre ellos Pedro de 10 años de edad, quien presenta TDAH. Sin embargo, la falta de herramientas adecuadas y un sistema educativo que no prioriza el bienestar docente, colocan a Ana en una posición vulnerable frente al burnout.
Ambiente escolar y salud docente: Un círculo vicioso
El ambiente escolar es un reflejo de la sociedad. En muchos casos, en lugar de ser un espacio de crecimiento y desarrollo profesional, se convierte en un entorno hostil donde los docentes enfrentan críticas constantes, cargas laborales desproporcionadas y una cultura de competitividad tóxica. Estas dinámicas pueden manifestarse en acciones sutiles pero persistentes, como:
Falta de reconocimiento: Esfuerzos que pasan desapercibidos o son minimizados.
Exigencias excesivas: directores o supervisores que piden resultados inmediatos sin considerar las limitaciones del contexto.
Aislamiento profesional: Docentes que no encuentran apoyo en sus colegas, ya sea por envidias o rivalidades internas.
En un ambiente así, es casi imposible que un maestro como Ana pueda brindar un apoyo efectivo a estudiantes como Pedro.
El TDAH y su impacto en el docente
El TDAH no solo representa un desafío para los alumnos que lo viven, sino también para los maestros que intentan atender sus necesidades en un contexto adverso. Las características del TDAH (hiperactividad, impulsividad y falta de atención), pueden exacerbar la percepción de caos en el aula, especialmente cuando el maestro ya enfrenta altos niveles de estrés.
Un estudiante con TDAH puede requerir:
Adaptaciones en la enseñanza que demandan creatividad y recursos adicionales.
Paciencia constante, que es difícil de mantener bajo condiciones de agotamiento.
Empatía y comprensión, incluso en los días más complicados.
Sin embargo, una docente como Ana, que lidia con burnout, puede interpretar estas necesidades como una carga adicional. Esto no solo afecta la relación docente-alumno, sino que también puede generar sentimientos de culpa en el maestro, intensificando su frustración laboral.
Propuestas para un cambio estructural
El problema no radica únicamente en la falta de formación sobre TDAH o en la actitud del docente. Es un tema sistémico que requiere acciones concretas a nivel institucional:
Prevención del bossing y mobbing: Es imperativo implementar políticas claras contra el acoso laboral en las escuelas. Esto incluye la creación de comités de mediación y la promoción de una cultura de respeto y colaboración entre docentes y directivos.
Atención al burnout: Las escuelas deben priorizar la salud emocional de los maestros. Esto podría incluir programas de apoyo psicológico, reducción de la carga administrativa y talleres de manejo del estrés.
Fortalecimiento del ambiente escolar: Un ambiente positivo promueve el trabajo en equipo y la resolución de conflictos. Esto beneficia tanto a los docentes como a los estudiantes.
Capacitación continua: Los maestros necesitan formación práctica sobre TDAH y otras condiciones neurodivergentes, enfocada en estrategias aplicables al aula.
Escenario optimo Reducción de la carga laboral, Redistribuir responsabilidades y limitar el tamaño de los grupos escolares permitiría a los docentes enfocarse en brindar una atención de calidad a todos sus alumnos.
Reconociendo a los docentes como agentes de cambio
El estrés y la frustración no son el destino inevitable de los maestros. Con el apoyo adecuado, los docentes tienen el potencial de ser agentes transformadores en el sistema educativo. Esto no solo implica mejorar las condiciones laborales, sino también reconocer que el bienestar docente está directamente relacionado con el éxito de sus alumnos.
Invertir en la salud emocional y profesional de los maestros es invertir en la calidad educativa. Al cuidar a los docentes, estamos cuidando el futuro de nuestros niños, especialmente aquellos como Pedro, cuyo éxito depende en gran medida de un maestro empático, capacitado y respaldado.
Es hora de transformar las escuelas en comunidades inclusivas, donde tanto los estudiantes como los maestros puedan prosperar. Porque un maestro como Ana, que se siente apoyado, no solo podrá enfrentar los desafíos del TDAH en el aula, sino también liderar el cambio hacia una educación más humana y equitativa.