Hace unas semanas pudimos conocer a través de los medios, que un funcionario federal de la Semarnat y ex funcionario de Relaciones Exteriores, presentó la renuncia a su cargo porque tuvo la genial idea de celebrar su boda en el Museo Nacional de Arte (MUNAL), convirtiéndose en el claro ejemplo de lo que un servidor público no debe hacer, nunca, jamás, bajo ningún pretexto.
En este caso, al verse evidenciado, gracias a una investigación periodística de Claudio Ochoa, a Martín Borrego Llorente no le quedó de otra y renunció a su puesto. Por fortuna y a la vez no, el asunto salió a la luz pública, aunque, a decir verdad, en esta época todo se sabe, las redes sociales y la tecnología nos permiten enterarnos de todo prácticamente al momento de que un hecho se da, sobre todo, si es un hecho fuera de lo normal o de lo legal, pero esto es otra historia.
El meollo del asunto es que, con mentiras, se usó un espacio que no está hecho para eventos sociales y lo peor, es que por ser servidor público Borrego Llorente creyó que estaba por encima de todo mundo y podía brincarse las trancas y dar a ese espacio un uso personal. Por eso decía que por fortuna y a la vez no, se hizo del conocimiento de la ciudadanía, que, por cierto, con sus impuestos, pagaba el elevado sueldo del susodicho.
Qué bueno que se dio a conocer semejante abuso, pero al mismo tiempo qué mal que este tipo de situaciones sigan sucediendo hoy en día, tal y como sucedían en el pasado; uno de los casos más sonados que me viene a la mente es el de David Korenfeld, quien fuera director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), por el uso personal de un helicóptero oficial, hecho que reconoció como un grave error y por el que pidió perdón, además de que en su momento le fue impuesta una sanción. La diferencia estriba en que Korenfeld reconoció el error y se disculpó, en tanto que Borrego niega el hecho y busca disfrazarlo de un acto diplomático.
Más que insultante para la inteligencia de los mexicanos y más allá de que se trate de un delito por el uso indebido de los recursos públicos, estas situaciones resultan tristísimas porque nos ponen a pensar en los casos que no conocemos, en todo aquello de lo que no nos enteramos en los diferentes órdenes de gobierno y en las distintas instancias que utilizan recursos públicos. Probablemente los casos como los que he mencionado. pueden ser menos graves que los que no conocemos, pero para desgracia de los protagonistas mencionados, fueron agarrados con las manos en la masa.
Tan malo es aprovecharse de un puesto menor y utilizar un lápiz o unas hojas de papel, por ejemplo; como aprovecharse de un alto cargo y sacar tajada para beneficio personal. Desde los más sencillos funcionarios, hasta aquellos que ocupan los más altos rangos tienen responsabilidad, en tanto se desempeñen como servidores públicos. Por eso es servicio público, y quienes están ahí son servidores, no dueños y señores.
Lo triste como decía, es que aún hay quienes no lo entienden y pues así cómo queremos avanzar. Desde luego, no generalizo, también hay quienes entienden muy bien su función y sobre todo, ejercen el servicio público como una vocación, pero pagan justos por pecadores, pues cada día está más cuestionado el trabajo de los funcionarios públicos y los hechos como los que he mencionado sólo sirven para que los ciudadanos piensen que todos son iguales, cuando hay quienes se desviven por servir y por fortuna, son la mayoría; aunque a veces no se vea esa labor, porque si bien, por cumplir con su trabajo reciben un sueldo, esas historias no dan nota.
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